Bismil-lâh ar-Rahman ar-Rahim
Resumir la situación y los retos del Islam a principios del siglo xxi es la ardua tarea que nos hemos propuesto en este libro.
Hablar de la situación del Islam implica referirse a las tensiones inherentes a la globalización, a la creciente desterritorialización del llamado “mundo islámico”, con una importante presencia musulmana en zonas culturalmente cristianas, budistas o hinduistas. No existe actualmente ningún país en el mundo en el cual el Islam no esté presente (a excepción, tal vez, del Vaticano). El Islam se ve influenciado por múltiples contextos; de ahí la inabarcable variedad de sus manifestaciones. La creciente importancia de las telecomunicaciones pone en contacto zonas del planeta hasta hace poco aisladas entre sí, con lo que ello significa de influencias mutuas. Al mismo tiempo, el Islam tiene que afrontar los intentos totalitarios de transformarlo en una religión de Estado, al servicio de intereses políticos y de clase, que no dudan en utilizar la Sharia como instrumento represivo, en crear una burocracia religiosa, relegando las tradiciones locales a un segundo plano, y quitando al Islam su fuerza espiritual y revolucionaria.
Al margen de las limitaciones a la libertad de expresión impuestas en algunos países, dentro del Islam todo está en juego, todo se discute. Podemos encontrar a miles de intelectuales musulmanes en los cinco continentes, que se encuentran y debaten en foros internacionales. Las tendencias emergentes en un contexto están en decadencia en otro, incluso dentro del mismo territorio. Continua el proceso de re-islamización de las sociedades musulmanas, que se aferran al Islam, a veces más como una señal de identidad que como un camino de desarrollo personal o de liberación propiamente dicho. Los regímenes laicos han degenerado a menudo en dictaduras más o menos encubiertas, casi todas ellas al servicio de los intereses económicos de occidente. Las promesas del Islam político no han situado a los países en los cuales han sido aplicadas a la vanguardia de la civilización, ni mucho menos, de modo que totalitarismo e Islam político (Islamismo) se presentan hoy como sinónimos para millones de personas.
El fundamentalismo religioso se presenta como el mejor aliado de la globalización corporativa, divulgando una visión machista y represiva del Islam, que mantiene a las poblaciones alienadas de las verdaderas problemáticas que les afectan. El inmovilismo y los discursos inocuos de los Estados y de las instituciones religiosas oficiales contrasta con la efervescencia de la sociedad civil. Pero esta se ve atrapada en una red de problemas económicos, políticos y sociales cuya solución no parece fácil ni cercana. De ahí lo apasionado de los debates sobre el secularismo y el papel de la religión en una sociedad contemporánea.
A pesar de todo, el Islam tradicional sigue vivo, dando sentido a la vida de millones de personas, sometido a tensiones que lo ponen a prueba y lo obligan a buscar nuevas soluciones. Nos encontramos con movimientos de reforma o de retorno al Islam tradicional, a través de los cuales cientos de miles de personas tratan de vivir su espiritualidad.
El terrorismo perpetrado (supuesta o realmente) en nombre del Islam ocupa el primer plano de la política internacional, velando al Islam y asociándolo a la barbarie, el terror, la intransigencia. Al mismo tiempo, la llamada “guerra contra el terrorismo” es utilizada por estados dictatoriales para perseguir a disidentes. Resulta doloroso ver como los musulmanes son perseguidos a lo largo del planeta, encontrándonos con situaciones extremas en Birmania, Cachemira, Chechenia o Palestina. Estas tragedias colectivas nos ofrecen un cuadro desgarrado de la condición humana y de la crueldad de la política contemporánea: la modernidad se expresa para muchos musulmanes en forma de genocidios y de destrucciones, de desarraigo generalizado. Encontramos también casos en los cuales poblaciones musulmanas son perseguidas por otros musulmanes, como en Darfur (Sudán) o en el Sahara (Marruecos). A todo ello se suma el auge de la Islamofobia y de las discriminaciones que sufren los musulmanes en occidente: la Islamofobia no es un mero temor irracional sino una ideología inducida desde importantes think tanks, universidades y mass media, con objetivos políticos precisos.
En conjunto, los musulmanes viven una época de efervescencia intelectual y religiosa, de convulsión por las tragedias señaladas y de tristeza por ver el Islam hundido bajo los escombros de la historia, sintiendo cada vez más lejanas su época dorada, cuando los musulmanes se situaron al frente de la civilización universal en prácticamente todos los campos del saber y de la ciencia. La brecha entre las potencialidades del Islam y la cruda realidad de los países de población musulmana se hace cada vez más evidente, creando una brecha insalvable entre el Islam idealizado de los predicadores y la realidad política y social de millones de musulmanes y de musulmanas en el mundo: subdesarrollo, analfabetismo, puritanismo, despotismo, machismo, oscurantismo religioso…
Las insurrecciones árabes del 2011 nos han mostrado la otra cara de esta realidad: la de unas poblaciones dinámicas y conscientes de su situación, que luchan por el cambio. Se trata de un movimiento que aspira a una transformación profunda. De ahí el slogan recurrente: al-shaab yurid isqat annizam (“El pueblo quiere derrocar el sistema”). Los jóvenes y los trabajadores árabes son conscientes de la naturaleza del mal que les oprime. La tiranía no es solo militar, sino también económica, incluso espiritual. La tiranía militar es solo la cobertura de la tiranía más feroz: la del neoliberalismo, los dictados del Fondo Monetario Internacional, la pobreza acuciante, la precariedad y la burocratización creciente de la vida. Y estas son el resultado de la destrucción del ser humano como criatura abierta a Al-lâh y a la Última vida, su reducción a una mera fuerza de trabajo en un engranaje pensado para esclavizarlo. La negación del fin último del ser humano.
El Islam no constituye la ideología de las insurrecciones. Y precisamente esto le permite actuar como motor de cambio. No hay que olvidar que el rechazo de la opresión y la lucha contra la injusticia social forman parte de las enseñanzas del Islam, así como la prohibición de la usura, de los monopolios, de la acumulación de la riqueza… Todo ello repugna profundamente al musulmán, es algo muy presente en el lenguaje de la calle. Ahora bien, esta incidencia del Islam trasciende lo meramente ideológico, no se impone necesariamente a través de ningún partido, ni a través de ningún líder mesiánico. En este sentido nos damos cuenta de que se ha superado la vieja retórica Islamista, que pretendía que la aplicación anacrónica de la jurisprudencia islámica tradicional (que ellos llaman, abusivamente, Sharia) traería la solución de todos los problemas. Al mismo tiempo, se pone en evidencia la lejanía de pueblo respecto al discurso conservador y quietista de la Universidad de al-Azhar, siempre al servicio del poder. Nos situamos en una nueva perspectiva, la de un Islam liberador, liberado de la tiranía, capaz de devolver al ser humano a su condición de califa de la creación.
Nos hallamos ante el estallido de una nueva generación de musulmanes y de musulmanas, conscientes políticamente, que no se dejan engañar ni por la retórica islamista, ni por las mentiras de los gobiernos occidentales. Solo nos queda desear que esta claridad de ideas se extienda a su propia vivencia del Islam, que los conduzca a recuperar los elementos libertarios del Islam. Si esto es así, hay motivos para la esperanza.
Resulta claro que tratar de resumir esta variedad de temas en un libro es una tarea descabellada. Todos ellos han sido objeto de estudios pormenorizados a cargo de especialistas. Partiendo de esta imposibilidad, nos contentaremos con ofrecer una serie de claves para entender la problemática del Islam contemporáneo, que nos ayuden a contextualizar algunos de los principales debates y conflictos. Muchos de los factores que mencionaremos son sociológicos y políticos antes que religiosos, pero condicionan los debates estrictamente religiosos sobre cual debe ser el futuro del Islam. Debates, la mayor parte de las veces apasionados, sobre el papel que la religión debe jugar en la vida de los musulmanes y muy especialmente en las esferas política, económica y social. Debates sobre la vigencia de la Sharia y el respeto a las minorías religiosas y sexuales, o sobre la justicia de género. Debates que han traspasado el marco del Islam y que afectan a ciudadanos de todo el mundo, especialmente ante la emergencia de una sociedad civil planetaria, y su apelar a valores compartidos (¿universales?) para hacer frente a los retos de la humanidad en el presente: el hambre de 950 millones de personas, las crecientes desigualdades económicas, la explotación del sur por parte del norte y la destrucción del medio ambiente. Productos del nuevo liberalismo planetario que se apoya en la cultura de la guerra y en la tiranía del papel moneda para imponer la ley cruel del monoteísmo del mercado. Frente a esta situación los musulmanes buscan en el Islam una respuesta, se esbozan nuevas perspectivas y se señala a la colaboración entre el Islam y el movimiento altermundista. El feminismo islámico y la teología islámica de la liberación dan cuenta de esta lucha.
El libro se vertebra en torno a siete ideas clave. Estas pueden considerarse transversales, afectan en mayor o menor medida a todos los musulmanes, y determinan la situación del Islam en la primera década del siglo xxi, de modo ineludible, más allá de la definición ideal que los musulmanes hagamos de nuestra religión.
La última de las claves es la propia potencialidad interna del Islam como religión revelada para afrontar los retos del presente, con su sentido comunitario y su apelo al esfuerzo de superación (yihad), su ecologismo intrínseco, su sentido profundamente arraigado de la solidaridad y su rechazo de la injusticia social y de la tiranía. Algo que ha dado quebraderos de cabeza a los gobernantes en tierras musulmanas desde que el profeta Muhámmad (paz y bendiciones) lanzase su mensaje revolucionario, hace ya catorce siglos, y que sigue emergiendo de modo incontrolado aquí y allí, de forma pacífica o violenta, con una fuerza que nos sobrecoge y que reclama cada vez más la atención. Pero, por encima de todo, el Islam nos abre a las dimensiones más profundas de nuestro propio ser, hacia la conciencia de nuestro origen increado y el recuerdo de lo anterior a nuestro propio nacimiento. Exploraremos aquellas ideas-fuerza propias de la cosmovisión islámica que consideramos nos ofrecen la posibilidad de desarrollos creativos, en la dirección de recuperar la fuerza del islam como paradigma de futuro, frente al apoya en la cultura de la guerra y en la tiranía del papel moneda para imponer la ley cruel del monoteísmo del mercado.
Frente a esta situación los musulmanes buscan en el Islam una respuesta, se esbozan nuevas perspectivas y se señala a la colaboración entre el Islam y el movimiento altermundista. El feminismo islámico y la teología islámica de la liberación dan cuenta de esta lucha.
Exploraremos brevemente aquellas ideas-fuerza propias de la cosmovisión islámica que consideramos nos ofrecen la posibilidad de desarrollos creativos, en la dirección de recuperar la fuerza del Islam como paradigma de futuro. Hablamos de valores democráticos y ecológicos, del califato como responsabilidad individual de cada musulmán y musulmana, del llamamiento al uso de la razón y al pensamiento crítico, del yihad del espíritu y la idea, en su búsqueda de la excelencia. No tenemos dudas de que el Islam contiene las potencialidades internas para un nuevo nacimiento, elevar a los creyentes por encima de las circunstancias actuales. Pero esto pasa por una reforma radical, no únicamente la reforma de unas leyes obsoletas, sino el replanteamiento de toda la tradición: como se ha leído la vida del profeta, el concepto de revelación, la dimensión comunitaria. A principios del siglo xxi se habla de recibir el Corán y no de interpretarlo. Se habla de abrirse a la Palabra que desciende en forma de libro revelado. Entregarse, buscar respuestas en el núcleo sacro del Islam, en el cual el contacto entre Al-lâh y la umma se realiza a través de la palabra revelada a Muhámmad, paz y bendiciones, y transmitida por este a la humanidad.
Todo esto es lo que voy a tratar de desarrollar en las próximas páginas.
Toda obra humana no es sino humo de un ego destinado a perderse en un pozo sin fondo, a no ser que sea realizada como un acto de conciencia. Somos conscientes de esto. Sin embargo, la escritura de este libro se nos ha presentado como una necesidad, relacionada con nuestra vivencia como musulmán europeo en el siglo xxi, obligado a contestar una y otra vez las mismas preguntas sobre los mismos malos entendidos. Este libro se inserta en una larga tradición, en la necesidad de repensar el Islam en base a nuevas circunstancias. No es una meditación realizada desde la academia, ni pretende pasar por un análisis objetivo. Es la obra de un pensador musulmán contemporáneo, que se pregunta por las causas de la situación actual y observa con tristeza como es desperdiciada la potencialidad de la espiritualidad islámica para mejorar la situación, muchas veces en beneficio de una concepción legalista, alienante y ultraconservadora del Islam, de la cual muy poco podemos esperar.
Los retos del Islam ante el Siglo XXI.
Claves de la situación del Islam ante el siglo XXI
de Abdennur Prado
Editorial Popular, 2011
http://www.editorialpopular.com/
Ese libro puede ser un buen compañero para las vacaciones.
Parece muy interesante, lo buscare
¡Felicidades! por tu libro, Aláh te recompense por aportar Luz a este fascismo que quieren llamr Islam.
¿Esto de hacer del Islam un $medio$ de vida o de lucro es permitido en su religión?
Por supuesto que no!!
Por eso los musulmanes estamos en contra de todas esas jerarquías religiosas que se presentan como «guardianes de la tradición»: consejos de ulemas, ministerios de asuntos religiosos, ayatollahs y muftis al servicio del estado.
Saludos!
abdennur
jajajaa