Manresa 28 de mayo 2006
Publicado en el libro ‘El lenguaje político del Corán’ (ed. Popular 2010)
Me propongo realizar una breve aproximación al tema de la homosexualidad desde un punto de vista interreligioso, meditar sobre lo que puede aportar una mirada compasiva a cada una de nuestras tradiciones, y sobre lo fecundo que puede ser el diálogo interreligioso orientado a lo social, es decir, con vocación de contribuir a la consecución de una sociedad más justa y más igualitaria. En lo que respecta a la homosexualidad, encontramos elementos muy cercanos en los planteamientos de los sectores más reaccionarios de las grandes religiones. Esta cercanía es evidente en el caso del judaísmo, el cristianismo y el islam. Como sabemos, uno de los argumentos más repetidos para justificar la demonización de la homosexualidad es la historia del profeta Lot y las ciudades de Sodoma y Gomorra, de donde deriva el término sodomita.
Desde hace años, desde la hermenéutica bíblica revisionista, se ha puesto de manifiesto lo difícil que es relacionar la historia de Lot, tal y como es presentada en el Libro del Génesis, con la prohibición de la homosexualidad. Muy conocido es el estudio de John Boswell, quien en su libro Christianity, Social Tolerance and Homosexuality (University of Chicago Press, 1980), analiza este episodio bíblico, demostrando que el pecado genuino de Sodoma y Gomorra no tiene que ver con la homosexualidad, sino con la falta de hospitalidad y la soberbia. Esta tesis concuerda con numerosos textos de la tradición judía, que han sido redescubiertos por los estudiosos judíos para corroborar las tesis señaladas.
[Del Pirqe Rabbi Eliezer, c. 90-130 d.C. y del Genesis Rabba, recopilado en el siglo V:] Los sodomitas figuraban entre las naciones más ricas, pues si un hombre necesitaba hortalizas le decía a su esclavo: “¡Ve a traérmelas!” El esclavo iba al campo y descubría oro bajo las raíces. Pero las grandes riquezas descarrían a los hombres. Un sodomita nunca daba ni siquiera una corteza de pan a un forastero; e inclusive podaba las higueras para que las aves no pudieran comer sus frutos.
[Idem:] Sodoma estaba asegurada contra los ataques, pero para desalentar a sus visitantes los ciudadanos aprobaron una ley de acuerdo con la cual el que ofreciera a un forastero un alimento sería quemado vivo. En cambio, se debía robar al forastero todo lo que poseía y expulsarlo de la ciudad completamente desnudo.
[Del Sepher Hayashar, recopilación tardía, siglo XII:] Una vez al año realizaban un banquete y bailaban en el césped junto a manantiales de agua al son de tambores. Después de beber en abundancia, cada hombre se apoderaba de la esposa del vecino, o de su hija virgen, y la gozaba. A nadie le importaba que su esposa o su hija holgasen con su vecino.
Estas descripciones son elocuentes sobre las transgresiones específicas de las gentes de Sodoma: ausencia de tabúes sexuales y violación de las leyes de la hospitalidad, temas que aparecen como indisociables. En la propia Biblia se encuentran otros pasajes donde se pone de manifiesto la naturaleza de las transgresiones cometidas por la gente de Sodoma. Así, en el libro del profeta Ezequiel leemos:
“Esta fue la maldad de tu hermana Sodoma:
soberbia, hartura de pan y abundancia de ociosidad tuvo ella y sus hijas;
y no corroboró la mano del afligido y del menesteroso.”
(Ezequiel, capítulo 16, versículos 49 a 52)
Resulta curioso pensar que si la historia de Sodoma ha sido destruida por Dios como castigo a la homosexualidad de sus habitantes, el profeta no lo mencione. Pero aún más curioso resulta darse cuenta de que esta revisión de las fuentes se repite en el caso del islam, con resultado idéntico. La lectura de los pasajes coránicos sobre el profeta Lot no deja lugar a dudas: el motivo de la animadversión de los sodomitas hacia los huéspedes de Lot es el hecho de que son extranjeros. Cuando los ángeles llegan a su casa, su exclamación revela su temor:
Y cuando los emisarios llegaron a la casa de Lot, éste dijo:
“¡Ciertamente, sois gente extranjera!”
(Corán 15: 61-62)
La prohibición de dar asilo está claramente expresada como el motivo del acudir de los habitantes de Sodoma en busca de los extranjeros. No se habla de gozar de ellos, ni se hace mención alguna en estos versículos a la homosexualidad:
Y la gente de la ciudad acudió, regocijada por la noticia.
[Lot] exclamó: “¡En verdad, estos son huéspedes míos:
no me avergoncéis, sino sed conscientes de Al-lâh
y no me deshonréis!” Respondieron:
“¿No te hemos prohibido [ofrecer protección a] todo tipo de gente?”
(Corán 15: 67-71)
Siendo este el motivo de la irrupción de los habitantes de Sodoma en la casa de Lot, es lógico que también sea el motivo de su destrucción:
Pues les había advertido seriamente de Nuestro rigor;
pero pusieron en duda tercamente esas advertencias
y le exigieron que entregara a sus huéspedes”.
(Corán 54: 36-37)
En ningún momento el Corán menciona la homosexualidad como el motivo de la destrucción de la ciudad de Sodoma. Por el contrario, específica que la destrucción fue motivada por su rechazo de las leyes de la hospitalidad, o si se quiere: el derecho de asilo debido a los extranjeros. Aún en el caso de que tratasen de sodomizar a los huéspedes, en ningún caso se trataría de relaciones afectivas entre personas del mismo sexo, sino de una violación. Además, es absurdo pretender que todos los habitantes de la ciudad de Lot fuesen hombres. Entonces, hay que preguntar a los que afirman que el pecado de Sodoma era la homosexualidad: ¿Por qué se castigó también a las mujeres?
A esta interpretación que acabamos de hacer del Corán se le pueden aplicar las mismas palabras con las que Boswell resumía el pasaje bíblico correspondiente:
“Para decirlo brevemente, la tesis de esta línea de investigación sostiene que Lot violaba las leyes de Sodoma (donde no fue ciudadano, sino meramente ‘residente’) al recibir por la noche a huéspedes desconocidos en el recinto amurallado de la ciudad sin el permiso de los ancianos de ésta. Cuando los hombres de Sodoma se reunieron para pedir que se llevara a los forasteros a su presencia, pues ellos querían ‘conocerlos’, no querían decir otra cosa que ‘saber’ quienes eran, y en consecuencia, la ciudad no fue destruida por inmoralidad sexual sino por el pecado de falta de hospitalidad con los forasteros”.
Dicho esto, se me ocurre que aquellos que hoy en día rechazan a los inmigrantes que buscan protección y alimento entre nosotros son los que realmente merecen el calificativo de sodomitas, en el sentido originario del término, y no según el sentido que ha pasado a tener en nuestro idioma. Hay que leer de nuevo el pasaje del Génesis. Cuando Lot trata de defender a sus huéspedes, los sodomitas lo increpan llamándolo “emigrante”:
“¡Apártate de ahí! Uno que vino aquí como emigrante,
¿quiere dárselas de juez?
Pues ahora te trataremos a ti peor que a ellos”
(Génesis 19, 9).
Esto es de una actualidad apabullante. Me pregunto cuantos inmigrantes en todo el mundo habrán escuchado palabras semejantes. No por casualidad, salta a la vista que entre estos sodomitas que demonizan a los inmigrantes hay algunos destacados miembros de las jerarquías religiosas, y que estos suelen ser los mismos que condenan la homosexualidad. Esto sucede no solo en Europa, sino también en la India, donde los fundamentalistas hindúes rechazan a los musulmanes como extranjeros, o en Arabia Saudí, donde los mismos fundamentalistas musulmanes que condenan la homosexualidad niegan la condición de ciudadanos de pleno derecho a los que no son árabes. Parece como si el exclusivismo religioso, la falta de hospitalidad para con los extranjeros y la condena de la homosexualidad fuesen de la mano. Estas son algunas de las curiosas conclusiones a las que nos conduce una hermenéutica de los textos sagrados en clave progresista.
Evidentemente, esta referencia al profeta Lot es propia de judíos, musulmanes, evangelistas, católicos y demás cristianos, y no puede ser extrapolada a otras religiones. Sin embargo, cuando observamos los discursos homófobos, nos damos cuenta de que existe entre ellos una clara conexión, y de que en muchas ocasiones el planteamiento general es idéntico, al margen de las fuentes textuales sobre las que basan su condena. Una de las ideas que revela más claramente esta conexión es la de la complementariedad de los sexos, en la cual cada sexo debe ocupar un lugar específico y bien diferenciado en el orden familiar y social.
Según esta visión, el hombre debe actuar únicamente como “hombre”, y eliminar de si mismo cualquier rasgo femenino. La mujer debe actuar según las características consabidas de “lo femenino”: sumisión, pasividad, maternidad, ternura… El hombre se reserva para si las cualidades activas, de penetración y de dominio. Ante esta rigurosa polaridad, cualquier expresión o planteamiento que trate de romper o difuminar la frontera entre los sexos es vista como una aberración contra natura y, lo que es peor: como una tendencia destructora de la sociedad. De ahí la doble condena, moral y penal, a que se ven abocados los homosexuales.
Este argumento es de orden biológico y social, y se repite una y otra vez en diferentes ámbitos, no sólo religiosos. Por poner otro ejemplo, quiero recordar que el Consejo del Poder Judicial (órgano consultivo de los jueces españoles) arremetió en enero del 2005 contra la ley de matrimonios homosexuales, con el argumento que el matrimonio es una institución específicamente heterosexual, a la estar basada “en el principio de la complementariedad entre los sexos”.
En realidad, los jueces no hablaban por si mismos, sino que estaban repitiendo la doctrina oficial de la Iglesia, tal y como se ve en la nota elaborada por la Conferencia Episcopal Española:
“La Tradición cristiana ha percibido siempre de manera inequívoca que el comportamiento homosexual contradice la verdad del hombre que la revelación de Dios ilumina plenamente. El Amor creador, que es el Dios trino, comunión de personas en sí mismo, quiere a los seres humanos a su imagen y semejanza como varón y mujer (cfr. Gn 1, 27). «Por consiguiente, son creaturas de Dios llamadas a reflejar, en la complementariedad de los sexos, la unidad interna del Creador». Pero el pecado, el rechazo de la comunión de vida que Dios ofrece a los hombres, trae consigo el oscurecimiento del «significado nupcial» del cuerpo humano, es decir, de su carácter de signo y de mediador de una alianza de amor con Dios y entre los hombres. Por eso en la historia de Sodoma la Sagrada Escritura tiene que condenar las relaciones homosexuales (cfr Gn 19,1-11) y el Levítico ha de excluir del Pueblo elegido a los que presentan un comportamiento homosexual (cfr Lv 18, 22 y 2O, 13).”
Este texto es muy revelador sobre el funcionamiento del pensamiento reaccionario, con sus referencias escatológicas y a la mística nupcial, su consideración de que“esto siempre ha sido así”, y de que los homosexuales no solo son perversos por practicar una sexualidad contra natura, sino por rechazar a Dios. También la Congregación para la doctrina de la fe (Carta a los obispos, 6) y el Papa Juan Pablo II (Familiaris consortio, 11) han basado su condena de la homosexualidad en argumentos de este tipo.
Pero este argumento también se usa en otras tradiciones. Citaré las palabras del Dalai Lama, en la revista Odissey: “Los órganos sexuales han sido creados para la reproducción entre el elemento masculino y el femenino. Toda desviación a esto es inaceptable. La homosexualidad es mala”. Este argumento es el mismo que utilizan los ulemas reaccionarios para justificar la represión de los homosexuales. Tal y como lo describe Abdelwahab Bouhdiba en La sexualité en Islam (ed. Puf, p. 43):
“La visión islámica de la pareja fundada sobre la armonía preestablecida de los sexos supone una complementariedad esencial entre lo masculino y lo femenino. Esta complementariedad armónica es creativa y procreativa. (…) La bipolaridad del mundo reposa sobre la rigurosa separación de dos ‘ordenes’, lo femenino y lo masculino. Todo lo que viola el orden del mundo no es más que un grave ‘desorden’, fuente de mal y de anarquía”.
Como vemos, el tema se presenta exactamente en los mismos términos dentro de diferentes tradiciones, aunque las fuentes textuales y las referencias no sean las mismas. Esto pone de manifiesto que el pensamiento reaccionario es de una gran coherencia, y nos grita a los creyentes progresistas de diferentes tradiciones a colaborar en contra de este tipo de planteamientos, que conducen a la persecución de los homosexuales.
Según esta visión, el hombre debe actuar únicamente como “hombre”, y eliminar de si mismo cualquier rasgo femenino. La mujer debe actuar según las características consabidas de “lo femenino”: sumisión, pasividad, maternidad, ternura… El hombre se reserva para si las cualidades activas, de penetración y de dominio. Ante esta rigurosa polaridad, cualquier expresión o planteamiento que trate de romper o difuminar la frontera entre los sexos es vista como una aberración contra natura y, lo que es peor: como una tendencia destructora de la sociedad. De ahí la doble condena, moral y penal, a que se ven abocados los homosexuales.
Según creemos, este tipo de consideraciones son sumamente groseras, y son el resultado de la incomprensión de la cosmología coránica. En realidad, ponen en evidencia la ausencia total de espiritualidad en sus promotores. El hecho de que todo haya sido creado por pares no significa que haya cosas exclusivamente masculinas frente a otras exclusivamente femeninas, sino que dentro de todas las cosas creadas existe esa polaridad:
Glorificado sea Aquel que ha creado pares en todo lo que la tierra produce,
y en los mismos egos, y en lo que no conocen.
(Corán 36: 36)
Esta aleya clarifica que los pares (las polaridades) están en el interior de todo lo creado. Un par no es únicamente la unión de un varón y una hembra, sino que los pares habitan en las criaturas: y en los mismos egos (nafs). El hombre y la mujer forman un par, y en cada uno de ellos existe la polaridad masculino-femenino. En caso de eliminar uno de estos dos polos, el par sería destruido y el hombre y la mujer ya no serían criaturas completas. No hay nada en la Creación que no sea dual, salvo Al-lâh, quien ha establecido la balanza (al-Miçan).
En la unión amorosa se da esa dualidad: se establecen roles. Esto sucede tanto en las parejas heterosexuales como en las homosexuales. La unión amorosa, cuerpo a cuerpo, es la búsqueda de la unidad en algo que está fuera de nosotros, y sin embargo esta unión nos remite a nuestra propia interioridad. Si la pareja es la unión entre complementarios, lo importante no es una supuesta complementariedad física, sino espiritual.
El cuerpo se sutil, no sólo materia sólida. Aquellos que hablan de la complementariedad entre los sexos por rechazar el derecho de los homosexuales a amarse tienen una concepción puramente materialista sobre el cuerpo humano. Ven los sexos como un palo y un agujero que se acoplan, del mismo modo que un niño de dos años juega a acoplar figuras de plástico. Para mí, esto implica el desprecio de la espiritualidad humana, del hecho de que el cuerpo y el alma son una pareja indisociable, y de que el amor es el único vínculo que posibilita la unión entre dos realidades, más allá de la apariencia. Un hombre que no ama a una mujer no forma una pareja con ella, por mucho que sus sexos parezcan acoplarse. Dos homosexuales que se aman forman plenamente una pareja, verifican su unidad en el espejo del Amado.
Frente a la conciencia de la unión se sitúa el sueño de la segregación, territorialización de lo masculino y de lo femenino en ámbitos perfectamente separados. Este sueño es el fanatismo de los que se niegan a reconocer su propia feminidad. De ahí las estructuras jerárquicas enteramente masculinas habituales en diferentes religiones. Esta es la enfermedad de los guardianes de la fe, los representantes de Dios sobre la tierra. En relación a la homosexualidad, no pueden aceptar que Dios haya creado un ser que se les presenta como híbrido, y que rompe sus esquemas dualistas. Un ser físicamente hombre y espiritualmente mujer: esto parece contradecir el orden perfecto de las cosas, la utopía de un orden estático y sin mezcla. Y sin embargo es todo lo contrario: la homosexualidad es un signo, que viene a poner al descubierto que las diferencias entre lo masculino y lo femenino no son tajantes, que todas las criaturas participan de ambas cualidades. Lo femenino y lo masculino no pueden ser acotados en base a distinciones físicas: hay un carácter masculino de la mujer y una feminidad en el hombre.
En realidad, establecer los roles según la apariencia física conduce a graves desequilibrios: ¿qué importancia puede tener que alguien tenga pene si no desea a una mujer? En las épocas de represión, muchos homosexuales se casan con mujeres para salvar las apariencias, llevando a uno y otro cónyuge a vivir en la infelicidad y frustración de sus apetitos naturales. Lo importante del matrimonio es consumar la unión (sexual, intelectual, afectiva) entre complementarios. Desde este punto de vista, la unión entre un homosexual y una mujer es lo verdaderamente anti-natural, no conduce a la satisfacción mutua de los cónyuges.
Quisiera volver al tema del diálogo interreligioso, en el sentido no de rechazo sino de vuelta a los textos fundadores. Una cosa que he descubierto en todos los años que llevo leyendo el Corán desde una óptica igualitaria y de liberación, es que detrás de cada interpretación reaccionaria se esconde un tesoro de espiritualidad, y que esa interpretación puritana estaba allí para ocultarlo. En el caso de la homosexualidad, se trata de dos temas esenciales:
1. La ley de la hospitalidad.
2. El carácter andrógino del ser humano.
Frente a esto, nos encontramos con valores contrapuestos:
1. Persecución de los homosexuales.
2. Segregación de los sexos.
La primera visión nos abre al otro, mediante el descubrimiento de nuestra naturaleza originaria, antes de la expulsión del paraíso. En el segundo caso, se trata de imponer un orden considerado ideal al conjunto de la sociedad. En el primer caso, hablamos de solidaridad, de compasión y de misericordia hacia todo lo que nos rodea. En el segundo caso, hablamos de sexismo, de homofobia, de represión. En el primer caso, tenemos una religión que nos compromete socialmente. En el segundo caso, una religión legalista y puramente ritual. Si interiorizamos esta dicotomía: ¿no es comprensible que los sectores progresistas de las diferentes religiones se entiendan mejor entre si que con aquellos que se presentan como representantes oficiales de sus religiones?
Como vemos, esta lectura en clave socialmente comprometida de los textos sagrados no es ningún capricho, sino un auténtico proceso de retorno a lo más genuino de nuestras tradiciones, como caminos de liberación espiritual y colectiva. En realidad, este progresismo no implica el rechazo de la tradición, sino todo lo contrario. Es en el retorno a las fuentes donde encontramos todos los elementos necesarios para progresar en el presente, superando los dogmas y las legislaciones heredadas, de los ídolos que se han ido acumulando a través de los siglos.
Por si fuera poco, esta lectura socialemnte comprometida nos abre a una nueva consideración sobre el simbolismo del pasaje. En este caso, Sodoma representa el mundo de la política y de la corrupción, abocado siempre a su autodestrucción, del cual el ángel nos libera. Pero para que dicha liberación se realice, debemos emprender la hégira de lo exterior hacia lo interior. Ya no se trata de centrarse en las transgresiones de los sodomitas, sino en aquello que simboliza en cuanto a la iniciación espiritual del ser humano, en busca de una nueva tierra.
Para terminar, quisiera desmentir una imagen falsa que se puede producir ante una postura como la nuestra, que defiende los derechos de los homosexuales. Esta falsa imagen es la de que se trata de corrientes minoritarias, marginales, pero que el común de los creyentes siguen la supuesta ortodoxia según la cual sus religiones condenan la homosexualidad. Por mi parte, quiero creer que esto no es así. Quiero creer que la mayoría de los creyentes tienen una vivencia de su religión muy alejada de todo dogmatismo, como un camino de superación personal y de mejora de los caracteres. Lo que los creyentes ponen por encima de todo es el amor a Dios, la compasión, la generosidad, la entrega. Valores universales que unen a las religiones entre sí. Desde esta perspectiva, confío plenamente en la capacidad de los creyentes de arrebatar el control de las diferentes religiones de las manos de estas falsas jerarquías, que asumen los papeles de representantes oficiales de las religiones, guardianes de la fe y de la ortodoxia. Desde un punto de vista espiritual, esta pretensión de representación es solo una ficción, que se reviste de pomposos títulos y liturgias a modo de auto-engaño. Sólo es cuestión de tiempo para que estas jerarquías caigan como castillos de naipes, liberando a los creyentes de todas las religiones de esta pesadilla que es el dogmatismo.
Pero solo Al-lâh sabe.
gracias por este pensamiento.
una pregunta que pasa con las citas del coran que hablan de como pueden desear a hombres por sobre mujeres, de verdad estan por sobre los limites?? no te referiste a esas partes del coran en tu disertacion…puedes por favor comentar todas las ayas «clasicas» que hacen referencia al tema??…muchas gracias la verdad estoy enamorado de mi mejor amigo cristiano, y no se que hacer…pero le doy gracias a dios por que es algo muy bello el amor…
Muy interesante Abdennur,has abierto una ventana por donde corre aire fresco
Salvando cuatro cuestiones muy esenciales, la Torá, la Biblia, el Corán, los Upanishads… son libros que pertenecen a una época determinada q.
(se me ha ido el dedo…)
… a una época determinada que premiaban y buscaban la reproducción en lo referente a las relaciones sexuales.
Se utilizaba la Biblia o el Corán para demostrar que la homosexualidad era pecado; ¿vamos ahora a utililizar la Biblia o el Corán para demostrar que no lo es?
Son libros que pueden acercarnos a la esencia de Dios, pero por ejemplo en relación con cuestiones más crematísticas como asuntos referentes a la herencia o a las inversiones mobiliarias, como mucho nos pueden inspirar.
Y lo mismo en relación con las cuestiones sexuales. Pongo un ejemplo del Levítico: el que yace con una cabra, se le castiga con la muerte… al hombre que yace con ella, Y A LA CABRA. ¿Qué culpa tiene la cabra? ¡Ninguna! Simplemente, no estaban seguros en esos tiempos que no se formara una criatura mitad humana mitad animal. Son libros muy muy antiguos.
si pero …… somos humanos no animales …. y por alguna razon dios hizo la mujer para el hombre y el hombre para la mujer …. y la biblia no es solo un libro antiguo, sino que esta presente ahora… y te puedo asegurar q en el futuro tanbien …. muchas personas son lo q son xq , apuesto q abran tenido dificultades ,en su familia o malas experiencias con novios , y muchas violencias en sus casas ….. falta d amor , cariño , comprension, atencion, cte….. espero q se den cunta lo mal q le hace, te puedo apostar q van a vivir mucho mas mal de lo q vivian antes…. pero dios los ama, no x sus actitudes y si por q son persona q el las creo x un proposito…. espero q puedas entender …..
La relación entre la fe y la razón, la religión, la ciencia y la educación, se enmarca en el fenómeno espiritual de la trasformación humana: abordado por místicos y teóricos que han formulado y enriquecido la doctrina y la teoría de la trascendencia humana: conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo y, sus jornadas y metas descritas metafóricamente por los poetas sufies; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las conclusiones comparables de la ciencia: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Relación inobjetable que la iglesia y los teólogos niegan, porque han castrado mentalmente a sus seguidores separado la fe de la razón, para evitar que los fieles se liberen de las mordazas que anudó Sn Pablo en su cristología al divinizar a Cristo olvidando su naturaleza humana__impidiendo que la fe se cimentara en la vida, doctrina y ejemplo de Jesús histórico narrada en los Evangelios, centrada en la práctica del altruismo, el misticismo y el activismo social intensos, a fin de alcanzar la trascendencia humana y la sociedad perfecta __ para desplantarla en Jesús resucitado, fuente y cisma de la fe centrada en el culto, el rito, el rezo y la lectura bíblica, a fin de convertir en religión el movimiento cristiano inicialmente laico, judaizándolo, sujetándolo a la Ley judía y a la autoridad de la jerarquía religiosa. Apostasía que ha convertido al judeo cristianismo en religión basura, potentísima incubadora de generaciones de estultos en gran escala. http://www.scribd.com/doc/33094675/BREVE-JUICIO-SUMARIO-AL-JUDEO-CRISTIANISMO-EN-DEFENSA-DE-LAS-RAICES-GRECO-ROMANAS-DEL-CRISTIANISMO-LAICO-Y-LA-DEMOCRACIA
En realidad esta información es falaz; cuando se menciona al Noble Corán, es necesario tomar la aleya completa, no solo una parte, ya que en este caso estuviesemos tomando de la religión solo lo que nos conviene, y realmente el Islam al basarse en el Sagrado Corán no permite que nos tomemos la atribución de acomodarlo en torno a nuestra realidad o interés, parece que quién escribe el artículo olvida ciertas partes de la historia del profeta Lot (que Allah esté complacido con él), ya que sí se menciona el hecho de que los hombres de Sodoma eran homosexuales, y que realizaban dicha práctica por placer, y que si habán mujeres en la ciudad pero los hombres preferían tomar a otros hombres en lugar de realizar un matrimonio legítimo con mujeres (que es lo que complace a Allah)… no se menciona por ejemplo: “¿Cometéis una inmoralidad de la que no hay precedentes en la humanidad? Satisfacéis vuestros deseos con los hombres en vez de las mujeres; en verdad sois unos desvergonzados”. (Corán 7:80-81)… “¡Oh, pueblo mío! Casaos con las mujeres, pues ello es lo lícito para vosotros, temed a Allah y no me avergoncéis ante mis huéspedes. ¿Es que no hay entre vosotros ningún hombre recto?” (Corán 11:78)… Lot estaba impotente frente a ellos, sin embargo, continuó suplicando y recordándoles la maldad de sus actos. La gente de la ciudad se burlaban y mofaban de él diciendo: “Tú sabes que no deseamos a las mujeres, y entiendes bien lo que queremos” (Corán 11:79)…
Buenos días, Mariam
He tratado de forma más minuciosa el tema en otros textos. Precisamente, la lectura según la cual el episodio del Profeta Lot (as) incluye una condena de la homosexualidad constituye una proyección de prejuicios ajenos al Corán, y esta basada en la lectura parcial de estas aleyas. Tú misma has caído en aquello que criticas al citar solo unas aleyas sueltas, separadas del conjunto donde estan inscritas. Si se leen en conjunto, resulta evidente que no hay tal condena:
Aunque hay versículos que aislados del resto pueden dar pie a esta interpretación, cuando realizamos una mirada de conjunto nos damos cuenta de que esta no se sostiene, y de que el episodio de la gente de Lot trata de otros temas: la promiscuidad sin freno, la violación de las leyes de la hospitalidad, la destrucción de la familia… Por ejemplo, los versículos 26: 165-166, en los cuales el profeta Lot echa en cara a sus trasgresiones a la gente de Sodoma, son traducidos por Muhámmad Asad del siguiente modo: “¿Acaso vosotros, de entre todas las criaturas, vais [con deseo] tras los varones, y os apartáis de las esposas [legítimas] que vuestro Sustentador ha creado para vosotros? ¡Si, sois una gente que transgrede todos los límites de lo correcto!”
Pero si vamos al original, una traducción más literal sería: “¿Vais hacia todos los machos de los mundos y abandonáis a las parejas que vuestro Sustentador creó para vosotros? ¡Si, sois una gente que excede los límites!”
La diferencia es importante. Si leemos atenta y literalmente, abandonando por un momento los prejuicios, es difícil encontrar aquí una referencia a la homosexualidad. Lot habla de ir “hacia los machos de todos los mundos”, lo cual nada tiene que ver con el amor entre dos hombres, y sí con el exceso y la promiscuidad sin límites. Y dice: “en vez de a vuestras parejas”, y no “esposas”, como habitualmente se traduce. En todo caso, se trataría de adulterio y abandono de la pareja, sea esta hombre o mujer. Pues nada hay en estos dos versículos que permita afirmar que Lot se dirige solo a los hombres, y no incluye a las mujeres. Un homosexual monógamo, que vive con su pareja, puede protestar, y con razón, diciendo que él no va… y que por tanto este versículo no se refiere a la homosexualidad, entendida como amor entre dos hombres, y menos aún el amor entre mujeres.
Además, los ángeles se refieren a estas gentes del siguiente modo: “¡En su delirio sólo vagan ciegos de un lado para otro!” (Corán 15: 72). Y uno no puede dejar de preguntarse: ¿y qué tiene que ver el ir ciegamente de un lado para otro con el amor que puedan profesarse dos personas del mismo sexo? No parece existir ninguna conexión entre esta declaración de los ángeles y la homosexualidad, pero si con la promiscuidad sin freno.
Una vez establecido el prejuicio de que estos versículos se refieren a la homosexualidad, se extiende el análisis al episodio en el cual los habitantes del pueblo de Lot le piden a este que les entregue a sus huéspedes, los ángeles. Se pretende que esta petición tiene connotaciones sexuales. Pero, en este caso, tampoco se referiría a la homosexualidad, sino a un intento de violación, pues los ángeles no parecen estar por la tarea. Más importante: esta interpretación pasa por alto lo que el Corán especifica que el motivo de la animadversión de los sodomitas hacia los huéspedes de Lot es el hecho de que son extranjeros y les ha dado asilo, y no el hecho de que sean hombres y quieran gozar de ellos. Cuando los ángeles llegan a su casa, su exclamación revela su temor: Y cuando los emisarios llegaron a la casa de Lot, éste dijo: «¡Ciertamente, sois gente desconocida [aquí]!» (Corán 15: 61-62)
La expresión árabe es qawmun munkarûn: «sois gente extranjera». En el Corán, la prohibición de dar asilo está claramente expresada como el motivo del acudir de los sodomitas en busca de los extranjeros. No se habla de gozar de ellos, ni se hace mención alguna en estas aleyas a la homosexualidad:
Y la gente de la ciudad acudió, regocijada por la noticia. [Lot] exclamó: «¡En verdad, estos son huéspedes míos: no me avergoncéis, sino sed conscientes de Al-lâh y no me deshonréis!» Respondieron: «¿No te hemos prohibido [ofrecer protección a] todo tipo de gente?» (Corán 15: 67-71)
Siendo este el motivo de la irrupción de los habitantes de Sodoma en la casa de Lot, es lógico que también sea el motivo de su destrucción:
Pues les había advertido seriamente de Nuestro rigor; pero pusieron en duda tercamente esas advertencias y le exigieron que entregara a sus huéspedes: por lo que les privamos de la vista [como diciéndoles]: «¡Saboread el castigo que inflijo cuando son desoídas Mis advertencias!» (Corán 54: 36-37)
En ningún momento el Corán menciona la homosexualidad como el motivo de la destrucción de la ciudad de Lot. Por el contrario, especifica que la destrucción fue motivada por su rechazo a las leyes de la hospitalidad, o si se quiere: el derecho de asilo debido a los extranjeros, ampliamente recogido en la jurisprudencia islámica. Aun en el caso de que tratasen de sodomizar a los huéspedes, en ningún caso se trataría de relaciones afectivas entre personas del mismo sexo, sino de una violación. Lo que se condena es la violencia sexual y el desenfreno, no el amor entre homosexuales. Además, es absurdo pretender que todos los qawm Luti fuesen hombres. Entonces: ¿por qué Al-lâh castigó también a las mujeres? Lo miremos por donde lo miremos, la pretensión de que estas aleyas condenan la homosexualidad no se sostiene en lo más mínimo.
Pero Al-lâh es el que sabe.