Tras su celebrado El secreto de Muhammad, la editorial Kairós ha publicado una nueva obra de Abdelmumin Aya: El islam no es lo que crees. Esta obra fue objeto de un elogioso escrito en Webislam. No es para menos, pues se trata de una obra profunda y bellamente escrita, en la cual uno encuentra pasajes admirables. De antología las páginas sobre el lenguaje del Corán o aquellos en los cuales insiste en que todo el islam surge de la experiencia desgarradora de Muhámmad (saws). Pero estos pasajes están inscritos en un planteamiento general que hace que no cuajen, o incluso con el que entran en contradicción.
El islam no es lo que crees es una reelaboración de su Islam para ateos (editorial Palmart 2005), pero corrigiendo muchas cosas (por ejemplo, eliminando en parte la agresividad anti-cristiana), y añadiendo otras. Se trata una renovación del proyecto de «descristianización del islam», llevado a cabo por el autor a lo largo de una década. Básicamente, se denuncia que el islam es presentado generalmente en occidente desde la óptica del cristianismo, lo cual lo distorsiona. Es necesario ver el islam en si mismo, a partir de una lectura directa del Corán, evitando caer en las fáciles equivalencias entre términos coránicos y aquellas traducciones más habituales. En este punto, Abdelmumin Aya se enfrasca en una tarea de definir algunos términos clave del Corán, de modo que se elimina cualquier equivalencia con la terminoilogía cristiana. Para el autor, la diferencia entre el islam y el cristianismo es radical: los musulmanes no tienen fe, en el islam no existen los pecados, el islam rechaza el ascetismo, el islam no cree en el alma, el islam no es una vía espiritual, etc.
El autor dedica largas páginas a tratar de demostrar que “el amor a Al-lâh llegó al islam por influencia cristiana”. Siguiendo en este punto al jesuita español Asín Palacios, Abdelmumin Aya afirma que los grandes místicos del islam (como ibn Arabi o Rumi) no tienen nada que ver con «el islam de Muhámmad»: en el fondo son cristianos. Afirma incluso que “es evidente que al-Hallaj se situó más allá del Islam”. Desde esta perspectiva, parece que descristianizar el islam pasa por desembarazarse del sufismo.
Todo esto merecería un comentario extenso, que en estos momentos no me siento en condiciones de realizar. Solo una puntualización, surgida al azar de la lectura:
Creo que esa pretensión de encontrar “el Muhámmad auténtico” o “el Corán auténtico” es infundada. Se trata de una idealización anacrónica del pasado, similar a la realizada por el salafismo (ideología que se sitúa en las antípodas de la de nuestro autor). De hecho, la propia creencia en que existe un “islam auténtico” es de carácter metafísico e idealista, un paradigma que el propio autor dice rechazar, aunque luego no sea coherente.
Por el contrario, creo que a Muhammad y al Corán no los podemos recibir fuera de nuestras coordenadas espacio-temporales. Y celebro que eso sea así, como la verdadera posibilidad de un islam enraizado en el presente, en la realidad vivida de cada musulmán y musulmana. Eso es precisamente lo que explica la diversidad maravillosa del islam en el mundo, desde Indonesia a Senegal, desde el Magreb a Oriente Medio.
Siendo así, es normal que el islam en occidente sea visto mayoritariamente desde una óptica cristiana, o atea, o marxista, o feminista, o existencialista, o anarquista. Como será visto el libro de Abdelmumin Aya, o este propio escrito (conozco al autor de forma demasiado cercana como para pretender ser objetivo: más bien, se trata de retomar un diálogo aplazado). Por lo mismo, es normal que el islam en la Europa del siglo XXI se vea influenciada y entre en sincretismo con la cultura de los derechos humanos. Muchos textos del propio Abdelmumin Aya apuntan en esta dirección.
Para mí esto es algo maravilloso, que forma parte intrínseca de la naturaleza del islam. Celebro que el islam se sincretize, se enraíce en cada cultura de forma diferente. Pues solo a partir de este enraizarse es cuando empieza a transformar la sociedad. Esto quiere decir: el islam no es una cultura ni una ideología rival de las ideologías dominantes, sino el din primigenio de la humanidad, algo anterior a todas las ideologías y a todas las culturas, y por ello las abarca, no las niega. Desde el profundo respeto que merece toda creencia, toda cosmovisión, toda cultura, como parte de la identidad del ser humano. Un respeto que no es incompatible con la crítica sobre determinados aspectos. Pues, ¿de qué nos sirven el pensamiento crítico o la filosofía, si hemos olvidado que «el islam es la mejora de los caracteres» o que «todo en el islam es adab»? Ese es el peligro que corremos todos aquellos que nos dedicamos a cuestiones intelectuales.
Y aquí surge precisamente el amor, la capacidad de compasionarse con el otro, a partir de la conciencia de que las semejanzas son más importantes que cualquier diferencia. Y ese es el acto de amor hacia el Corán: la capacidad de abrirnos a la revelación y dejar que esta penetre en nuestro corazón. La capacidad de amar y abrirse al otro, de poner la compasión por encima de cualquier otro criterio. La capacidad de poner la semejanza sobre toda diferencia. Y es aquí cuando el corazón proclama: no existe una diferencia esencial entre el islam y el cristianismo, pues ambas son religiones que emanan de la misma Fuente.
De una lectura del Corán en un ambiente cultural cristiano surgirá algo nuevo, impredecible: la recuperación de la figura profética de Jesús en occidente, a través del islam, y la transmisión de esa báraka a la ummah. Esto es aquello que a los musulmanes europeos nos ha sido encomendado, algo que no se realiza desde la rivalidad, ni desde el mero respecto, sino desde el amor a nuestra tierra y su cultura milenaria, desde el amor a las tradiciones de nuestros antepasados. Un bello ejemplo de esta actitud nos lo ofrece la comunidad islámica de México, cuando realiza peregrinaciones a la Virgen de Guadalupe, como modo de honrar al qutb (eje) espiritual de la tierra donde habitan. Esa es la forma más sabia de enraizar el islam en occidente y al mismo tiempo desarticular la teología trinitaria. No por rivalidad, sino porque ella misma es excluyente. Este desarticular no se produce en la confrontación, más bien queda rebasada por el encuentro.
Este es el amor que Abdelmumin parece incapaz de concebir, empeñado en una autenticidad que no es más que un artificio, y que apenas oculta la proyección de sus propias obsesiones. Y precisamente por eso esta es una obra admirable, que no dudamos en recomendar. Aquí vemos a un musulmán que piensa desde su experiencia, que se enfrasca en una lucha a muerte entre el Corán, su propia alma y la cultura en la que vive. Un espíritu libre pugnando por lograr una nueva respuesta, no a partir del seguimiento de patrones heredados, sino de forma creativa y arriesgada.
En definitiva, el error de Abdelmumin es el pretender que su visión del Corán tiene algo que ver con una pretendida autenticidad semita, y el empeñarse en demostrarlo, hasta el punto de forzar las etimologías a su gusto. Por un lado, se trata de un libro abiertamente subjetivo, y por otro se pretende que el resultado de su investigación es objetivo. Eso es lo que bloquea el pensamiento y lo constriñe, conduciéndolo a posturas francamente pobres: ¡Ibn Arabi, el más grande místico del islam, no es un «musulmán auténtico»!
Como enésimo intento de definir el «islam auténtico», El islam no es lo que crees no parece destinado a dejar huella. Pero sí como una muestra de la vitalidad del pensamiento andalusí contemporáneo, de un sincretismo islamo-cristiano inconsciente (proyección de sus aversiones y su genio), resultado del encuentro directo entre un musulmán andalusí contemporáneo y el Corán Generoso. Y Al-lâh es más sabio.
Tú y tu eterna búsqueda de confrontación con «enemigos de calidad». En cualquier caso, gracias por considerarme tal y por haber leido el libro con tanto detenimiento. Un abrazo
Abdelmumin
Querido Abdelmumin, no hay tal confrontación, sino una discrepancia sobre determinados temas, sólo eso. No te considero un enemigo, sino un amigo. Tus libros son para mí una referencia.
Un abrazo
Lo que me asombra, en el título, es que el autor pretende saber o intuir lo que cada lector cree que es el islam. ¿Qué me creo yo que es el islam? Sólo Al-lâh lo sabe. ¿Que Rumi o Ibn ‘Arabi no eran musulmanes auténticos? Que venga Al-lâh y lo vea.
En ninguna parte del libro aparece la frase «musulmán auténtico», ni aplicada a Ibn ‘Arabî ni a ningún otro musulmán. Es Abdennur Prado el que la acuña y la pone en mi boca. Tampoco he usado ni una sola vez «Corán auténtico» o «Muhammad auténtico». Para enjuiciar los libros hay que leerlos, igual que no hablamos de peliculas que no hemos visto o de países que no hemos visitado.
Salam, Abdelmumin
Me sorprende tu comentario. Es evidente que soy muy mal lector, pues pensé que todo el libro estabas hablando del «islam de Muhámmad» en sentido de autenticidad. Te creo cuando dices que en todo el libro no usas la expresión «el islam auténtico», pero si usas otras del tipo «el islam original»… Además, lo vinculas a un concepto orientalista como es la distinción semita/indoeuropeo. Como señaló Edward Said, esta distinción es el nucleo del orientalismo.
Mi crítica es hacia ese planteamiento, que es metafísico y esencialista, y que se plasma sobre todo en tu aproximación al Corán. Puedo estar de acuerdo en la idea de que ese discurso sufí sobre la mortificación, etc., hoy en día ha caducado. Pero no por el hecho de que provenga o no del cristianismo, o de si es más o menos auténtico (o parecido al «islam de Muhámmad», al «islam original»). Sino porque hoy son otros aspectos del legado de Muhámmad los que nos son más necesarios.
Otro problema es la identificación del cristianismo con el cristianismo de la Iglesia. ¿Y qué pasa con Jakob Bohëme y Meister Eckart, etc, etc, etc.? Para mi estos son el cristianismo, la Iglesia no es más que burocracia religiosa, comparable a las mil y una burocracias que tenemos dentro del islam. Así pues, estas son las que deberían compararse entre sí. Y «el islam de Muhámmad» debería ser comparado con «el cristianismo de Jesús», y la mística islámica con la mística cristiana. Si no, las comparaciones son muy poco justas.
No he enjuiciado el libro, puesto que, en efecto, no lo he leído. Tan sólo he enjuiciado el título. Me parece un poco pretencioso suponer que los posibles lectores tienen, a priori, una creencia errónea sobre lo que es el Islam. Con respecto a la mención de Rumi o Ibn ‘Arabi, sólo cito textualmente a Abdelnur, quien, supongo, sí habrá leído el texto: «Siguiendo en este punto al jesuita español Asín Palacios, Abdelmumin Aya afirma que los grandes místicos del islam (como ibn Arabi o Rumi) no tienen nada que ver con ‘el islam de Muhámmad’: en el fondo son cristianos. Afirma incluso que ‘es evidente que al-Hallaj se situó más allá del Islam’. Desde esta perspectiva, parece que descristianizar el islam pasa por desembarazarse del sufismo».
La pregunta es: ¿suscribe o no Abdelmumin Aya lo anterior?
El título «El Islam no es lo que crees» responde a la doble acepción de «creer» en castellano: 1) pensar, 2) tener fe. Así pues, viene a decir, a los que piensan que el Islam es una religión burda y sin profundidad, que se equivocan. Y también a los que piensan que el Islam es un sistema de creencias, como el Cristianismo, una fe con sus dogmas, que se equivocan. Algo desafiante sí es el título; esto lo reconozco y no he de arrepentirme de ello. Siempre que cumpla con las espectativas que crea en el lector. Si usted lee el libro y resulta que no le sirve para cambiar radicalmente algunos de sus puntos de vista, entonces habré de pedirle disculpas por haberle desafiado arrogantemente. En caso contrario, deberá ser agradecido con que haya acertado a retarlo en un mundo editorial en el que el pensamiento es tan soberanamente aburrido. Así pues, estoy en sus manos. Respecto a la frase de Abdennur -que trata de reproducir mi pensamiento sin matices y con su clásico lenguaje de controversia- sólo Abdennur puede responder de ella. Decir que Ibn ‘Arabî «no tiene nada que ver» con el Islam de Muhammad o que «es un cristiano» es simplemente una tontería. De hecho, creo que Ibn ‘Arabî está citado en el libro para apoyar mis argumentos unas ocho veces.
Abderrahman, eso es lo que se pretende con un título: asombrar, con el fin despertar el interés. Es de perogrullo.
Es cierto, muchas veces no percibo las verdades de perogrullo y tampoco soy tan bueno con los títulos.
No he leído el último libro de Aya. Leí «La experiencia de Muhammad», pero creo que no es éste lugar para hablar sobre el mismo. Tal vez podemos abrir otro «hilo» de preguntas y respuestas.
Desde luego, si «El islam no es lo que crees» cambia mi visión del islam, estaré sumamente agradecido a su autor.
No obstante, tengo alguna pregunta más ya que, en la presentación del libro en Barcelona, el autor afirmó, si no recuerdo mal, que el término «amor» no figura en el Corán. ¿Es eso cierto? ¿Podría explicar algo al respecto?
Gracias.
¿Es cierto que, según manifestó el autor, en Barcelona, la palabra «amor» no aparece en el Alcorán?
¿Acaso el «amor» es una invención helénico-cristiana?
¿La experiencia de Muhammad fue una experiencia chamánica y no profética? Si es así, ¿la experiencia de Jesús, Buda, etc., también puede considerarse chamánica?
¿Hay alguna diferencia entre la experiencia chamánica y la experiencia espiritual en general?
Gracias de antemano.
Yo solo puedo expresar mi gratitud hacia los dos autores por escribir libros que son capaces de cambiar la vida de una persona y clarificar tanto oscurantismo interesado en contra del Islam. Además de manifestar mi convencimiento de que son más las cosas que unen de las que les separan por sus divergencias. Diferentes puntos de vista sobre un tema tan profundo no me parecen ningún problema sino algo de indudable riqueza.
Saludos cordiales.
Gracias, Jacob
esta claro que Abdelmumin y yo tenemos mucho en común. Por eso, creo que a la hora de discernir lo que es realmente el pensamiento andalusí contemporáneo, hay que ir más allá de las posibles divergencias, hacia eso común.
Que el Islam tuvo influencias cristianas, me parece obvio. Y al revés, seguro que también; el Corán no pudo influenciar el redactado del NT, porque el NT es muy anterior, pero quizás si interpretaciones posteriores que la Iglesia hizo de ciertos pasajes del NT o de ciertos dogmas. El dogma de la Inmaculada Concepción fue proclamado como Dogma de Fe por el Papa Pío IX, el 8 de diciembre de 1854… ¿quizás se apresuraron al leer detenidamente el decimonoveno capítulo del Corán?
El mito del Diluvio Universal sale casi palabra por palabra del Poema de Gilgamesh… pongo un ejemplo «poco metafísico» y comprobable fácilmente.
Todo el mundo tiene influencias de todo el mundo, si entran en contacto y tienen ganas de escucharse el uno al otro, y creo que eso es bueno, porque eso lleva a que el «otro» sea menos «otro» y más «nosotros».
Resumiendo, que seguro que me compro el libro!!
Todo lo que sea profundizar en la hermenéutica y el lenguaje de los símbolos es positivo, háblese del Islam o de cualquier otra tradición. Mantenerse en lecturas literales, rígidas o unívocas de experiencias y mentalidades que nos son ya muy lejanas, tanto en tiempo como en espacio, significa una grave equivocación (como lo es el conformarse con esas mismas lecturas para practicar un fácil desprecio desde una modernidad ya superada). Ya no es posible mantener el relato religioso como un mero cuento aleccionador o una narración pseudohistórica.
Pues en ese sentido te recomiendo y mucho el libro de Abdelmumin Aya
saludos
Seguramente las romerías, la peregrinación a Jerusalén, Roma y Santiago, el rosario entre los dedos del cristiano sean parte de la tecnología religiosa prestadas por el Islam al Catolicismo. Enumerar e individualizar el trasiego de los elementos constituyentes entre los distintos sistemas espirituales sería absurdo (aunque muy propio del pensamiento fragmentador del occidente moderno que cree poder equiparar cualquier aspecto de la realidad a una tostadora para así poderlo diseccionar). Pero yo no creo que A. Aya se refiera a revertir este tipo de movimiento en su propuesta de descristianizar el Islam.
Creo que va más allá del espíritu de polémica el no querer reconocer la necesidad de llevar a cabo una “descolonización intelectual”, en palabras de A. Paniker, del Islam o de tantas otras manifestaciones y propuestas culturales, ideológicas y espirituales que hoy en día están prohibidas o desprestigiadas o desnaturalizadas o adulteradas hasta el punto de haberse convertido en esa “papilla intelectual de nueva era” que decía Aya. Desde luego que no guarda mucha coherencia con la vehemente denuncia contra la intervención de España, Francia y demás en el ataque a Libia. En ambos planos se trata de la misma estrategia discursiva, las mentiras repetidas hasta que se conviertan en realidades asumidas.
A mí, Abdenur, también me gustan más los discursos propositivos que los negativos, me gusta más pensar en lo que está por hacer que no en lo que está por deshacer, lo que está porvenir que lo que quedó atrás. Pero para pensar o mejor, para vivir así no solo hay que ser coherente. Además para que esa forma de pensar o vivir sea verdadera o al menos efectiva más que rechazar las propuestas hay que absorberlas y superarlas. En ese sentido tu comentario a la última obra de Aya quedaría estupendo al final, después del apéndice sobre el dialogo interreligioso pero no como la razón por la que sentencias que esta obra no va a dejar huella.
Dice un teólogo jesuita que me estoy leyendo ahora que son los “defectos” de los cristianos, “que han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios”, los causantes del ateísmo. El jesuita en cuestión, Jon Sobrino, fue anatemizado por Ratzinger nada más llegar al poder. No creo que Sobrino a sus setenta y pico esté en condiciones de aceptar otra tecnología distinta a la jesuánica para arrancarle velos al Rostro de Dios. Solo Allâh sabe. Pero aunque nos desagrade el mero pensamiento, no podemos negar que vivimos en este mundo rodeados por todas partes de un discurso del poder satánico y que por encima de los puntos y las comas los andalusíes tenéis buenas herramientas en vuestras manos.
Allâh Hafiz
Abdullahh: digo que esta obra Sí va a dejar huella. No pensé que ser iva a ver el texto como un ataque, pues dice muchas cosas elogiosas: páginas memorables, creatividad, genio… y se recomiendo su lectura.
A mi me parece bien que un argelino quiera un islam desoccidentalizado… pero sucede que yo y Abdelmumin y tu mismo somos occidentales, y no vamos a dejar de serlo. Lo útil aquí es el pensamiento crítico para con las patologías de la modernidad, y muy especialmente contra las del cristianismo, que han conducido a las otras.
Bueno, ahora sí estoy confundido. «El islam no es lo que crees no parece destinado a dejar huella» en el texto, y «digo que esta obra Sí va a dejar huella» en un comentario tuyo. ¿En qué quedamos? Sea como sea, el destino de los libros, como los de las personas y las piedras, está en manos de Allâh. No de los críticos ni de los lectores. Es Allâh el que pone o no lo que los libros consiguen despertar en el alma dormida de la gente.
Vaya Abdelmumin, me sorprende ver que tu a veces tampoco eres un buen lector. Pero entiendo que te hayas quedado con la crítica y no con los elogios. Mira el último párrafo:
El libro no va a dejar huella como… Pero sí como…
Es decir, que en el texto digo que sí. Yo creo que es uno de esos libros que sí puede despertar el alma dormida de las gentes, y precisamente por eso aquellos elementos que he señalado lo lastran. Creo que en eso nos parecemos mucho!
salam
do Brasil
Incrível. Quando «dois» sábios muçulmanos discutem um assunto, o resultado é sempre «três» opiniões.
Meus livros ( seu livros, Aya e Prado ) devem estar atravessando o atlântico.
«Gracias»pela originalidade e coragem.
Gracias, Abd al-Hadi por lo que corresponde, pero disto mucho de ser un sabio. Mis libros se escriben escuchando a los musulmanes que me rodean y copiando sus sabidurías. Es así como en tantos años de Islam he coleccionado miles de perlas de sabiduría que luego hilvano en forma de libros. Mis libros los escriben mis hermanos. Yo soy tan sólo el que recibe los palos.
Caro Abdelmumin
Salam
Recebi ontem os livros encomendados. Peço permissão para fazer algumas considerações sobre a obra. Li alguns capítulos do “El islam no es lo que crees”, e considero que a metodologia ali aplicada é clara, honesta e não deixa dúvidas sobre a proposta de “recuperação de um Islam autêntico”.
As críticas pontuais que lhe fazem, da abordagem ser uma utopia de busca dos valores e práticas de um passado distante, não fazem jus ao propósito do livro. Restou claro que você não pretende de maneira alguma um “salto no tempo”, um retorno a um mundo idealizado de práticas e culturas. O que pretende o livro, pelo que consegui entender, é um “salto sobre o abismo do sentido da Revelação”.
Ao contrário de buscar uma “utopia”, o livro tenta nos livrar de uma “distopia”, de um pesadelo semântico (religioso) criado pelos excessos de uma mística e de uma corrente apegada ao dogma e ao arbítrio ( salafismo ). Acho que quando falas de um Islam de Mohammad ( SAAS ), falas apenas de um mundo de significados libertários e compassivos, ainda não seqüestrados. Este mundo que ora nos ofertam os “pretensos” donos do Islam é uma distopia assombrada pelos demônios do “haram”, do pecado, da culpa, os frutos mais indigestos do sincretismo que se produziu na história da Religião. Não que o sincretismo seja um “bem” ou um “mal”, mas claramente podemos conviver e manter um contato mais intenso com o conteúdo da Revelação em qualquer situação religiosa/cultural.
Tendo o Islam por fundamento a palavra revelada, é necessário um retorno ao sentido, um esforço interpretativo. Não percebi em momento algum nos poucos capítulos que li qualquer utopia de resgate de uma situação temporal efetiva, como se você tentasse ser a memória viva de uma história longínqua. Teu livro olha para a frente, para um futuro onde a polissemia da palavra utilizada na Revelação não nos dê “certezas absolutas”, mas padrões sinceros do que fazer com nossa vida e nossa crença. Acho que os que lhe criticam neste ponto ( tentativa de resgate de uma autenticidade ) estão confundindo o termo “autêntico” com algum signo temporal, como se buscar autenticidade implicasse, necessariamente, em estabelecer como era a forma de vida no tempo do Profeta ( que a Paz esteja sobre ele ). Com certeza, teu livro não é isto.
Islamizei-me por entender que o Corão nos possibilita uma “redenção” sem culpa, através da reflexão diária dos contrastes entre a Verdade e a nossa conduta. Teu livro ( e toda a produção intelectual e filosófica dos que te cercam ) reforça minha escolha, me resguarda dos meus equívocos semânticos, me abre as portas para um mundo perdido, estranho e belo, e que não “está às minhas costas”, mas à frente de meus olhos e do meu coração.
Que Deus os abençoe.
Abd Al-Hadi
Os: És um homem feliz por estares cercado de homens com sabedoria.
Ayer recibí los libros encargados. Pido permiso para hacer algunas consideraciones sobre el trabajo. He leído algunos capítulos de «El Islam es lo que el cree,» y creemos que la metodología aplicada aquí es clara, honesta y no deja dudas sobre la propuesta de cobrar un auténtico Islam. » El punto crítico que lo hace, el enfoque de ser una utopía de la búsqueda los valores y las prácticas de un pasado lejano, no tienen derecho a la finalidad del libro. Quedó claro que no pretendo de ninguna manera un «túnel del tiempo», un retorno a un mundo idealizado de las prácticas y culturas. ¿Qué quiere el libro, para que yo pudiera entender, es un «salto en el abismo del sentido de la Revelación.»
El punto crítico que lo hace, el enfoque de ser una utopía de la búsqueda los valores y las prácticas de un pasado lejano, no tienen derecho a la finalidad del libro. Quedó claro que no pretendo de ninguna manera un «túnel del tiempo», un retorno a un mundo idealizado de las prácticas y culturas. ¿Qué quiere el libro, para que yo pudiera entender, es un «salto en el abismo del sentido de la Revelación.»
En lugar de buscar una «utopía», el libro trata de explicar una «distopía», una pesadilla semántica (religiosa), creado por los excesos de una mística y una cadena atada al dogma y la voluntad (salafismo). Creo que cuando se habla de un Islam de Muhammad (SAW) sólo hablan de un mundo de significado y de compasión libertaria, no se ha incautado. Este mundo que ahora ofrecer la «supuesta» maestros del Islam es una distopía atormentado por los demonios del «haram», el pecado, la culpa, los frutos más digeribles de sincretismo que se produjo en la historia de la religión. No es que el sincretismo es una «buena» o una «mala» pero es evidente que podemos vivir y mantener un contacto más intenso con el contenido de la Revelación, en cualquier situación religiosa y cultural.
Islamizar a entender que el Corán nos permite una «redención» no culpable por la reflexión diaria de los contrastes entre la verdad y nuestra conducta. Su libro (y todas las características intelectuales y filosóficas de la localidad) refuerza mi elección, me protege de mis errores semánticos, abrí la puerta a un mundo perdido, extraño y hermoso, y que «está en mi espalda», pero delante de mis ojos y mi corazón.
Hace un par de años, si no me falla la memoria, atendí una conferencia de este autor sobre su libro «el secreto del Muhammad» en la Universidad Iberoamericana de ciudad de México, y otra plática sobre la Sharía, también muy buena. Me gustaron mucho la conferencias aunque no me animé a acerarme a contarle al autor que probablemente yo era la única musulmana en la sala y que estaba encantada con su plática. Me atrae mucho el enfoque que tiene del Islam, una visión racional que normalmente falta en los ambientes religiosos que conozco. Quisiera saber si hay un sitio web donde pueda «bajar» en internet libros de este tipo. Ayer «bajé» el libro de Abdennur Prado «El islam como anarquía mística» y me gustó muchísimo, ya lo estoy acabando. Me gustaría tener información sobre literatura acerca del Islam que mantuviera esta visión abierta, inclusiva, racional y a la vez profunda. Muchas gracias. Mi mail personal es mines_1999@yahoo.com. M. Inés Pazos
LOS VALORES SUPREMOS DE LA TRASCENDENCIA HUMANA Y LA SOCIEDAD PERFECTA, DEBEN ORIENTAR LOS OBJETIVOS DEL CURRÍCULO ESCOLAR LAICO, A FIN DE ALCANZAR LA SUPRA HUMANIDAD. La relación entre la fe y la razón, la religión, la ciencia y la educación, se enmarca en el fenómeno espiritual de la trasformación humana abordado por la doctrina y la teoría de la trascendencia humana: conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las conclusiones comparables de la ciencia: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). La paideia griega tenía como propósito educar a la juventud en la virtud (desarrollo de la espiritualidad) y la sabiduría (cuidado de la verdad), mediante la práctica continua de ejercicios espirituales (cultivo de sí), a efecto de prevenir y curar las enfermedades del alma. El educador, utilizando el discurso filosófico y la discusión de casos y ejemplos prácticos, más que informar trataba de inducir transformaciones buenas y convenientes para si mismo y la sociedad, motivando a los jóvenes a practicar las virtudes opuestas a los defectos encontrados en el fondo del alma, a efecto de adquirir el perfil de humanidad perfecta (cero defectos) __La vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo coincide cien por ciento con el currículo y objetivo de la filosofía griega. Y por su autentico valor pedagógico, el apóstol Felipe introdujo en los ejercicios espirituales la paideia de Cristo (posteriormente enriquecida por San Basilio, San Gregorio, San Agustín y San Clemente de Alejandría, con el currículo y la metodología de los filósofos greco romanos: Aristóteles, Cicerón, Diógenes, Isócrates, Platón, Séneca, Sócrates, Marco Aurelio,,,), a fin de alcanzar la trascendencia humana (patente en Cristo) y la sociedad perfecta (Reino de Dios). Meta que no se ha logrado debido a que la mitología del Antiguo Testamento, al apartar la fe de la razón, castra mentalmente a sus seguidores extraviándolos hacia la ecumene abrahámica que conduce al precipicio de la perdición eterna (muerte espiritual)__ Es tiempo de rectificar retomando la paideia griega de Cristo, separando de nuestra fe el Antiguo Testamento y su teología fantástica que han impedido a los pueblos cristianos alcanzar la supra humanidad. Pierre Hadot: Ejercicios Espirituales y Filosofía Antigua. Editorial Siruela. http://www.scribd.com/doc/33094675/BREVE-JUICIO-SUMARIO-AL-JUDEO-CRISTIANISMO-EN-DEFENSA-DEL-ESTADO-LA-IGLESIA-Y-LA-SOCIEDAD
Excelente Libro! me gusto muchisimo y abrio muchas puertas de entendimiento mas profundo sobre la esencia del Islam.