La editorial La Fuente nos regala una nueva traducción de un libro de Ali Ünal al castellano, tras su excelente traducción comentada del Corán (La Fuente 2009). Miembro del movimiento de renovación liderado por Fethullah Güllen, Ünal es uno de los pensadores turcos más incisivos del presente. En El islam aborda los asuntos contemporáneos nos proporciona una visión islámica de temas controvertidos como son la naturaleza de la ciencia, la relación entre religión y ciencia, la concepción del ser humano, y las filosofías occidentales e islámica de la historia.
Se trata de un libro audaz, que demuestra la vitalidad del pensamiento islámico en la Turquía actual, capaz de pensar el islam sin caer en anacronismos ni en la imitación del pasado. El pensamiento de Ünal esta fuertemente enraizado en el Corán, y ese aliento recorre cuanto escribe. Pues el Corán no es un manual que solo habla de lo que (literalmente) se encuentra en el texto del Corán. El Corán es mucho más: una revelación que proporciona una mirada nueva sobre el mundo. Así, al hablar de historia o antropología, Ünal trasciende dichas categorías como ciencias separadas, y sabe verlas con los ojos de la revelación.
En el primer capítulo, el autor nos muestra su metodología, señalando la necesidad del “pensar correcto”, como único modo de superar las meras teorías, hacia una comprensión sólida y fundamentada. Para ello, señala la necesidad de distinguir entre verdades relativas y verdades universales. Las ciencias humanas nos ofrecen un cúmulo de verdades relativas, sujetas a la revisión y al cambio constante. El islam no niega dichas verdades, sino que las enmarca en una perspectiva más amplia: más allá de lo circunstancial, existe una verdad universal.
Para acceder a esta verdad universal es necesaria una determinada actitud. En primer lugar, purificar la intención y superar el egoísmo, algo que se logra mediante la educación en valores y el trabajo interior. En segundo lugar, el conocimiento preciso derivado de la revelación. En tercer lugar, el saber escapar de las restricciones espacio-temporales, mediante un conocimiento apropiado del contexto.
En definitiva, es la revelación lo que nos proporciona el acceso a la verdad en si. Esta se relaciona con los Nombres o Atributos de Dios, como modo de manifestarse de Dios en la creación. Esta verdad universal es esencialmente no particular, de ahí que a su vez esté sujeta a la interpretación y pueda ser aplicada en cada momento histórico de un modo diferente. El autor defiende de forma elocuente el pluralismo interpretativo, y cita como ejemplo el sultanato, válido en su momento para proporcionar un determinado orden y estabilidad social, pero no aplicable a todos los contextos.
Ünal dedica páginas magníficas al concepto de religión y a la crítica secularista (Frazer, Weber, Comte…). Al tratar de explicar la religión mediante teorías creadas por ellos mismos, estos autores se hacen incapaces de explicar el hecho religioso, basado en una donación de sentido y en una experiencia de encuentro con lo divino. ¿Cómo se puede explicar lo universal desde lo particular? Solo a costa de ignorar su naturaleza. Pero en verdad lo único que se ha hecho es imponer un criterio meramente humano, que no responde a la naturaleza de la materia de estudio.
El abandono de un criterio moral elevado ha conducido a numerosas destrucciones. A despecho de la visión positiva (yo diría narcisista) que la modernidad proyecta de si misma, es un hecho que se han cometido más crímenes en nombre del progreso y de la razón instrumental que de cualquier otra ideología a lo largo de la historia. Los aportes de la ciencia, tan beneficiosos para la humanidad, son a menudo usados para la destrucción y para satisfacer la avaricia de unos pocos. Sin el criterio pacificador y equilibrado del islam, la humanidad no logrará sobrevivir por mucho tiempo…
Con esto damos paso al segundo capítulo del libro, centrado en las perspectivas islámica y occidental de la ciencia. El autor explica la dualidad entre ciencia y religión en occidente, provocada por la oposición de la Iglesia a los avances científicos durante el Renacimiento y los albores de la modernidad. Frente a este falso dualismo, nos recuerda cual debe ser la actitud fundamental del musulmán hacia la ciencia, basada en la conciencia de la Creación como el lugar en el cual Dios manifiesta sus Atributos. Aquí debemos mencionar la teoría clásica de la identidad entre el Libro de la Revelación y el Libro del Universo: existe una correlación entre el contenido del Corán y las verdades científicas. Por ello no existe una fractura entre ciencias sagradas y profanas, y la propia investigación científica debe ser considerada una forma de aproximarse a Dios.
En este punto, es importante diferenciar la reflexión de Ünal de la de aquellos que “pretenden encontrar cualquier teoría científica en el Corán”. Frente a esta actitud, nos advierte de los peligros de reducir el Corán al plano de conocimiento relativo. No: lo que el Corán nos ofrece no es un manual científico ni una ciencia exacta, sino una serie de indicaciones sobre el funcionamiento general del Universo, así como señales de los caminos que puede recorrer la mente humana en busca de las leyes de la Creación. El Corán nos proporciona el arquetipo eterno de toda forma de conocimiento, la llave que conduce a una comprensión profunda de todo lo que ocurre en la naturaleza y en la vida, es el mapa sagrado de este y del otro mundo, una guía para los dotados de razón. La tarea propiamente humana es la de reflexionar sobre el mensaje revelado y desentrañar las leyes del Universo. Esta tarea constituye una forma de adorar a Dios.
Pero existe otro elemento esencial que caracteriza la aproximación islámica a la ciencia. El Corán considera la creación como un medio para conocer al Creador, mientras la ciencia considera la creación para su provecho. El Corán guía a toda la humanidad, pero la ciencia solo a los especialistas. Todo esto nos lleva a la siguiente conclusión: el islam ofrece el marco ético ideal para el desarrollo de una ciencia puesta al servicio de las gentes. Es por ello urgente el recuperar la actitud de apertura a los descubrimientos características del mejor pensamiento islámico, una tarea de la cual el propio libro que comentamos constituye un buen ejemplo.
Los capítulos tercero y cuarto están dedicados a la antropología y a comparar la concepción islámica y occidental de la historia. Ali Ünal despliega su saber de modo convincente. Un mérito añadido es que la comparación no es maniquea. No rechaza de plano las perspectivas sociológica o histórica, sino que esboza una sociología y una historiografía desde la concepción islámica. No considera a occidente como un bloque monolítico y opuesto a lo islámico, sino que tiene en cuenta diversas corrientes de pensamiento de oriente y de occidente, y sabe encontrar espacios de coincidencia entre unos y otros.
Llega el momento de las preguntas esenciales. ¿Servir a Dios o al ego? ¿Cuál es el propósito del ser humano en esta vida? La reflexión se eleva. Notamos el aliento vivificador de Said Nursi, uno de los claros referentes del autor, cuyas obras cita ampliamente. Y no duda en utilizar parábolas y cuentos breves para ilustrar su pensamiento, en el más puro estilo turcomano.
Releo lo escrito y me doy cuenta de que no da cuenta de la riqueza de planteamientos y matices. Ali Ünal es un musulmán que reflexiona, y eso se contagia. No considera el Corán como algo cerrado y destinado a la Arabia del siglo VII, sino como un mensaje universal cuyos valores y preceptos tienen una aplicación particular en todas las edades y contextos. Pero para evitar toda aplicación anacrónica y descontextualizada, es necesario conocer el marco donde el mensaje debe ser aplicado. Así, la reflexión sobre los asuntos contemporáneos se revela como una tarea tan necesaria como decisiva.
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