Entrevista realizada por Pedro Burruezo, y publicada en el número 38 de la Revista The Ecologist para España y Latinoamérica, un número dedicado íntegramente a la «Báraka, como regresar al Paraíso».
Abdennur Prado es un pensador contundente. Musulmán de esencia profunda, ajeno a tópicos y rigideces, su pensamiento disgusta tanto a los ulemas como a los progres. Le interesa la Verdad y se salta los estereotipos. Nos habla de báraka, de fitrah y de muchas otras cosas de interés.
The Ecologist: Usted asegura que el islam vuelve a Catalunya (y, supongo, que a todo el estado español, o, al menos, al área mediterránea…). Pero el islam es plural. ¿Cuál es el islam que vuelve? ¿O es que vuelven todos?
Abdennur Prado: La expresión “el retorno del islam a Cataluña” quiere conectar la presencia actual del islam con el pasado, señalando que existe una herencia cultural islámica que constituye una de las señas de nuestra identidad… sea esta catalana, mediterránea o española. El problema es que esta herencia islámica en Catalunya ha sido completamente destruida, y posteriormente negada por los padres de la historiografía catalana. Hoy en día, asistimos a nuevas formas de exclusión y al auge de la islamofobia, que conectan el presente con el rostro más negro del pasado. Por eso, sea cual sea el islam que vuelve, creo que esta es una gran noticia, que nos sitúa en la posibilidad de rescribir nuestra historia desde el punto de vista del encuentro, y no desde el punto de vista de los vencedores de ninguna guerra.
¿Regresarán los tiempos en que el islam en la Península Ibérica vuelva a dar talentos de la talla de Ibn Al Arabi de Murcia?
Ibn ‘Arabi juega un papel muy especial para los musulmanes españoles. Es un símbolo de una lectura creativa del Corán, de una vivencia profunda del islam, capaz de romper con todos los moldes en los cuales se trata de encajar la experiencia religiosa. Ibn ‘Arabi bebía de la Fuente, hablaba directamente con Al-lâh. Pero un ibn ‘Arabi es irrepetible, corresponde a un tiempo en el cual toda la sociedad vivía inmersa en la Tradición. Hay que ver sus vidas de santos andalusíes para darse cuenta de hasta que punto la mística formaba parte de la vida. Pero el sufismo en una sociedad no tradicional parece una sombra del sufismo, muchas veces una caricatura. Lo que ahora nos toca es otra cosa: vivir y pensar el islam en la posmodernidad, en tiempos de la superación de la metafísica o de esas teologías en las cuales Dios se presenta como fundamento, separando al Creador de las criaturas… Una espiritualidad consciente de que la religión ha ahondado a menudo en la brecha que separa al ser humano de la naturaleza, degenerando en una razón instrumental que se suponía al servicio de un Dios todopoderoso… Debemos pues recuperar la espiritualidad de la fitrah, de la naturaleza primordial, una espiritualidad que nos hermana con la Creación… precisamente la destrucción de la cultura andalusí se sitúa en la línea de esa religiosidad rígida y dogmática, convertida en ideología del estado. De ahí que el retorno del islam entre nosotros sea paralelo al retorno a formas de espiritualidad telúricas, en las cuales el dogma de la unidad de Dios ha dado paso a la experiencia del tawhid, de la unicidad de todo lo creado.
Usted está tan lejos de las ideas pseudoprogres como de las jerarquías de los ulemas de los principales países musulmanes, tan lejos de lo políticamente correcto como de entender el mundo espiritual como un mundo amorfo y caduco… A veces, ¿se siente solo…? En cualquier caso, eso tiene «báraka»…
No me siento solo, para nada. Hay muchos musulmanes y no musulmanas con los cuales comparto una visión de la espiritualidad alejada de rigideces. Por desgracia, el islam de la gente normal queda oculto tras los muros de la política y de la teología. La báraka es algo que se siente, que se transmite a través de gestos, miradas, paisajes o lugares… Forma parte de la vida tradicional… cuando digo “tradicional” quiero decir abierta, enraizada en la vida cotidiana, más una forma de saborear la existencia y de estar en el mundo que una religión cerrada en torno a ritos y doctrinas.
Las personas que siguen el camino del islam en su más honda esencia son personas que, en teoría, tienen muy asumido el «fitrah» o estado natural. ¿Por qué papas, arzobispos, ulemas y hasta lamas viven lejos de tener en cuenta el respeto por la Creación?
Existe un dicho del profeta Muhámmad que dice: el islam es fitrah. Y otro que relaciona fitrah con el estado del bebé. ¿Qué quiere decir esto? ¡Que el estado de islam es el estado de un recién nacido, algo natural y anterior a la cultura! Es decir, que el islam no es una doctrina ni nada exterior al ser humano. ¿Cómo van a soportar esto aquellas jerarquías religiosas que tratan de erigirse en guardianes de la religión? Las jerarquías tratan de imponerse como mediadoras, romper el vínculo directo que une al Creador y a las criaturas, y que une a las criaturas entre si. Trazan barreras doctrinales entre las distintas religiones. Pero la persona que esta en fitrah tiene una relación directa con la Creación, no se siente separado como sujeto frente a un mundo objetual, no considera a los otros seres como objetos ante los cuales enfrentarse. Vive en estado de tawhid, unido a todo lo que le rodea. Las categorías “musulmán”, “cristiano” o “ateo” son ficciones para el hombre que esta en fitrah. Por eso el jerarca religioso es tantas veces el peor enemigo de la espiritualidad… Yo creo que hay más espiritualidad en muchos ateos que no en aquellos que se presentan como representantes de una religión.
¿Por que el mundo moderno ha preferido lo material a la «báraka»?
¡Pero la báraka es también material! No debemos caer en la fractura espíritu-materia, sino ver la materia como algo luminoso, como dotada de báraka. Y de la palabra báraka viene alberca: el contacto con el elemento agua, con lo que fertiliza. El problema es que el mundo de las cosas ha sido degradado. Ya no tenemos una relación con las cosas como manifestaciones de Al-lâh, como teofanías. Ahora nos relacionamos con ellas como útiles, como productos de consumo. Se trata de un sistema impuesto desde los centros de poder, un sistema espectacular que genera constantemente nuevos simulacros… Pero es posible dar la espalda a toda esta basura de neón… Aunque para ello tengamos que morir a este mundo de simulacros y amanecer en la Realidad. A eso los musulmanes lo llamamos orientarse a Al-lâh, pero un ateo puede llamarlo de otro modo. En cualquier caso, hay que aprender de la Realidad en si misma. Hay que
dirigir la mirada hacia la Creación de Al-lâh, volver al asombro, a sentir el latido de las cosas. Formamos parte de un todo en constante desarrollo, un mundo que es creado y recreado a cada instante. Debemos dejar de tratar de dominar el mundo y aprender a fluir con la existencia. Hay que aprender a respirar, a sentirse agradecidos y pletóricos de vida. ¿Cómo? ¡Solo Al-lâh sabe! El silencio es un maestro cargado de báraka…
El erudito Seyyed Hossein Nasr ha escrito mucho de la relación entre islam y respeto medioambiental. Pero no parecen ser muchos los musulmanes que leen sus libros… ¿Qué tiene que decir usted al respecto?
No solo Seyyed Hossein Nasr: en las últimas décadas ha habido otras muchas aproximaciones a la ecología desde el islam, postulando una eco-teología o una bio-ética islámicas. Muchos musulmanes se sienten espontáneamente vinculados al movimiento verde. Yo creo que el componente ecológico es tan esencial al islam que los musulmanes ni tan solo han tenido que manifestarlo, ni necesitan leer sobre ello. El problema actual es que los musulmanes viven en países construidos bajo el patrón de un estado-nación de corte occidental. Y esto es válido para países como Arabia saudí o Irán. Si los consideramos desde el punto de vista mediomabiental, estos estados son tan occidentales como cualquier país europeo. Los países de la Liga Árabe se sitúan bajo el dominio de la economía planetaria, son parte de un sistema desarrollista, basado en la explotación irracional de la naturaleza.
Al margen del problema político y económico, hablemos de los vínculos entre el islam y el movimiento ecologista. ¿En que sentido dice usted que lo ecológico es esencial al islam?
Esencial quiere decir que forma parte de la propia naturaleza del islam. El Corán contiene una poética de la creación, no existe una fractura entre el cuerpo y el espíritu, ni la idea del pecado original ni la imagen del espíritu caído en el mundo natural. La idea central de la cosmovisión islámica es el tawhid, la unicidad de todo, una visión holística de la creación como un todo integrado. Dios en el Corán es un principio creador activo en la naturaleza, y no un motor inmóvil y distante. Los teólogos musulmanes han hablado del Libro revelado y del Libro de la Naturaleza, a través del cual Al-lâh también se nos revela. Esto implica una identidad entre el signo natural y la palabra revelada. Por eso, el Corán constantemente nos llama a dirigir nuestra mirada hacia la Creación de Al-lâh, hacia los ciclos del día y de la noche, hacia la creación del ser humano de una gota de esperma: miréis donde miréis, allí está la Faz de Al-lâh… ¡Incluso un mosquito es un signo de Al-lâh, que merece ser tratado como tal! El Corán no sitúa al ser humano como dominador, sino como responsable del cuidado del mundo. Incluso dice que el ser humano es una criatura aparecida tardíamente. La práctica islámica por excelencia es la salat, la oración ritual, que nos conecta con el ciclo solar; cada una de las cinco oraciones se realiza en un momento telúrico preciso. Además, el Corán usa metáforas naturalistas para referirse al propio mensaje del Corán: la revelación es como la lluvia que desciende para fertilizar la tierra muerta… El concepto coránico de la revelación y de la creación constante nos conecta con los ciclos naturales. En fin: se trata de un modo de estar en el mundo, en el cual son centrales el saboreo de la Realidad, la conciencia de los ciclos naturales y de nuestra conexión con Al-lâh a través de todo lo creado. Todo ello justifica el hablar del islam como una tradición ecológica en esencia, ¿no crees? Ahora solo falta llevar estos planteamientos a la práctica…
Tranquilo, para eso ya está The Ecologist, ja ja ja…
[…] Fuente: Blog de Abdenur Prado […]