Publicado en El País, 20/07/2007
En su magnífico artículo ‘Mujer y política en países de tradición islámica’ (El País 16-07-2007), Francisca Sauquillo afirma que “Entre los países de tradición islámica, fue Líbano, en 1952, el primero en reconocer el derecho que tenía la mujer a elegir y a ser elegida.” Si nos remitimos a la tabla de Wikipedia sobre el voto femenino, este dato no es correcto. El derecho de la mujer a elegir y ser elegida fue reconocido por Azerbaiján en 1919, Tayikistán en 1924, Turkmenistán en 1927, Turquía en 1930, Uzbekistán en 1938, Senegal e Indonesia en 1935, Pakistán e Iraq en 1948 y Siria en 1949. Argelia no reconoció este derecho a las mujeres hasta el año 1963, el mismo año que Irán y que Marruecos.
Existen otros países de población musulmana en los cuales todavía no se les concede este derecho a las mujeres: Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Bahrein, Kuwait… aunque ante esta lista, parece absurdo reivindicar el sufragio femenino, ya que se trata de monarquías absolutistas, en los cuales tampoco los hombres tienen derecho a elegir a sus gobernantes. Es lamentable darse cuenta de que todos ellos son aliados de los EEUU, y pilares del sistema financiero internacional. Por cierto que si sumamos las poblaciones totales de estos países apenas son el 0,5 % de los musulmanes del planeta.
Ante estos datos, es preciso reconocer que cada país tiene su propia historia, y es difícil hacer generalizaciones sobre el derecho a voto en los países de tradición islámica. Sin embargo, se pueden hacer algunas consideraciones:
En líneas generales, parece evidente que la religión no es el único factor a tener en cuenta a la hora de analizar este fenómeno. Los primeros países de mayoría musulmana en reconocer los derechos de las mujeres lo hicieron en el contexto del comunismo soviético, bajo un régimen de partido único. Al mismo tiempo, existen países que se autoproclaman como “república islámica” en el cual el derecho a voto de las mujeres está garantizado. En Pakistán este derecho fue reconocido en la Constitución de 1947, sin que el hecho de ser una República Islámica significase ningún impedimento. Una mujer -Benazir Bhutto- fue elegida dos veces presidenta por sufragio universal (en 1988 y 1993). En Irán, por el contrario, las mujeres sufren limitaciones a la hora de presentase como candidatas (de hecho también los hombres), y no parece que vayamos a tener pronto una Guía Suprema de la revolución.
También destaca el hecho de que las mujeres de algunos países de población musulmana consiguieron el derecho a elegir y ser elegida antes que países europeos como Francia, Yugoslavia, Hungría, Bélgica, Rumania (todos ellos entre el 1945 y 1946), Italia (1948) o Grecia (1952). Y antes que la mayoría de los países latinoamericanos: Venezuela (1945), Guatemala (1946), Argentina (1947), Chile (1949), Bolivia (1952), México (1953), Colombia (1954), Nicaragua (1955) y Perú (1955). Mención aparte merece el caso de Suiza: el Cantón de Appenzell Innerrhoden fue forzado por la Corte Suprema a aceptar el sufragio femenino… en 1990.
Un factor determinante sobre la situación de la mujer en el Tercer Mundo sigue siendo la herencia de la colonización. Algunos países de población musulmana reconocieron el sufragio femenino durante la colonización, pero otros tuvieron que esperar a independizarse. El caso de Argelia es significativo: mientras fue colonia francesa las mujeres no tuvieron reconocido este derecho, que fue establecido tras la independencia. También Irak, Siria y Egipto tuvieron que esperar a su independencia.
Es interesante notar que en el país con mayor población musulmana del mundo (Indonesia) las mujeres tuvieron garantizado este derecho en fecha tan temprana como 1935, siendo reafirmado en la Constitución de 1945, tras la independencia. El Movimiento de Mujeres de Indonesia (Gerakan Wanita Indonesia) se formó en 1950, y en 1957 tenía 650.000 afiliadas, cuando fue prohibido y reprimido duramente por la dictadura (pro-occidental, por cierto) de Suharto. La incorporación de la mujer a la política es un hecho, y una mujer – Megawati Setiawati Sukarnoputri- fue elegida presidenta del país el año 2001.
A la hora de tratar sobre la situación de la mujer en los países de población musulmana, hay que evitar pensar en términos exclusivamente religiosos, ya que la visión del islam dominante en estos países también está condicionada por factores históricos, políticos, sociales y económicos. Por ejemplo: los procesos de colonización-descolonización, la deriva de los regímenes laicos hacia el totalitarismo, las finanzas internacionales y el precio del petróleo. Reducirlo todo a la religión es engañoso, aunque es indudable que históricamente la religión ha sido utilizada para justificar la sumisión de la mujer.
Un error habitual es el de reducir ‘lo islámico’ a ‘lo árabe’, con lo cual se olvida de la inmensa mayoría de las mujeres musulmanas del planeta: apenas el 15% de las musulmanas del mundo son árabes. En relación al artículo de Francisca Sauquillo mencionado al principio, creo que un título más apropiado hubiera sido: ‘Mujer y política en los países árabes’. Precisamente ahí es donde reside el núcleo del problema. No porque los árabes sean más misóginos que cualquier otro pueblo, sino por un doble factor: 1) el peso que el panarabismo wahabita y su versión oscurantista del islam, y 2) la tutela que de estos regímenes absolutistas hace los EEUU, con el objeto de mantener controlado las fuentes del petróleo. De hecho, ambos factores están estrechamente unidos. Desigualdad social, totalitarismo y discriminación de género vienen siempre de la mano. La religión a veces actúa como pegamento, pero también puede constituirse en un factor de rebeldía.
yo digo k esta chido sobre todo votar las mujeres por k asi estaria mejor para k ya los hombres no hagan las cosas por nosotras………x k los hombres siempre desiden x nosotras las mujeres…..bye…
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