Sobre Ayaan Hirsi Ali: ¿la islamofobia es un mito?

La visita a España de la holandesa de origen somalí Ayaan Hirsi Ali ha recibido una amplia cobertura. Los medios escogen a los creadores de opinión y los sitúan en el centro de la escena. Desde que iniciase su “exilio americano”, la promoción a la que está siendo sometida es espectacular. Ya en marzo de 2005, la revista Time la incluyó entre las 100 mujeres más influyentes del mundo, en la categoría de “líderes y revolucionarios”. Aunque los bienpensantes no deben asustarse: en este caso se trata de una “revolucionaria neocon”.

Ayaan se convirtió milagrosamente a la causa neoliberal el año 2005, cuando fue contratada por el American Enterprise Institute (AEI), uno de los think tank más comprometidos con la política exterior de la administración Bush, donde trabajan analistas tan conocidos como Richard Perle, Michael Rubin, Frederick W. Kagan o Christopher DeMuth. Ayaan fue contratada como “experta en Islam y Occidente; Islam en Europa; e Islam y mujer”. Según figura en su web (http://www.aei.org) la AEI tuvo un presupuesto oficial de 38 millones de dólares el año 2005. 21 de sus 175 asalariados pasaron a formar parte de la administración Bush cuando este “ganó” las elecciones el año 2001.

En los numerosos artículos aparecidos estos días, Ayaan Hirsi es presentada como una “luchadora por la libertad”, una “abanderada del pensamiento crítico”. Pero se trata de una defensora de las libertades muy particular, que considera que los atentados del 11-S fueron “una cuestión de fe”, y rechaza todo análisis político de los acontecimientos. Una defensora del pensamiento crítico que se decanta por la teoría del choque de civilizaciones, y justifica las invasiones de Afganistán e Irak.

Se trata también de una defensora de los derechos de las mujeres musulmanas muy particular. Ataca el multiculturalismo y pide a EEUU e Inglaterra que invadan su país de origen y establezcan un régimen colonial durante 50 o 60 años, “por lo menos”. Claro que a esta ocupación militar ella la llama “pacificación”, en una cita involuntaria de George Orwel… Parece evidente que en todo esto nuestra “incansable luchadora por la libertad” actúa como simple portavoz del ‘American Enterprise Institute’, en cuya página web se defiende el intervencionismo militar en el Cuerno de África, como parte de la “guerra contra el terrorismo”. Sin duda la contratación de Ayaan Hirsi Ali tiene que ver con estos planes… ¡el pensamiento crítico ya no es lo que era!

Pero su tema preferido es sin duda el de “la opresión de la mujer musulmana”, que es lo que más vende. Aquí su discurso se sitúa en la estela del peor orientalismo, la definición monolítica de “la mujer musulmana” como una pobre víctima de toda clase de injusticias, cuya única perspectiva de una vida digna consistiese en liberarse del islam. Una visión que niega la individualidad, la voz y la razón a las más de 500 millones de mujeres musulmanas que viven en el mundo, mujeres de diferentes continentes, ideologías, culturas, caracteres y nacionalidades. 500 millones de mujeres reducidas a un estereotipo en nombre de la “liberación de la mujer” y la “supremacía de occidente”, como si todas ellas respondiesen a un patrón inamovible, grabado en el imaginario occidental como una realidad incuestionable. El cúlmen del absurdo, y sin embargo mucha gente intoxicada por los medios sigue creyendo que “el islam oprime a la mujer”.

Su discurso es de una gran violencia ideológica, llegando a afirmar que islam y terrorismo son indisociables. Esta violencia parece justificada por su experiencia personal. Ayaan dice haber sufrido la ablación (auque el 2004 se reveló en la TV holandesa que su familia somalí lo niega), y culpa de ello al islam sin miramientos. Lo que nos oculta es que en la vecina Egipto, como en Etiopía, en Sudán y en otros países africanos, la ablación es practicada también entre cristianos. Si un cristiano español, malayo o libanés viera su religión atacada como retrógrada y salvaje porque los cristianos etíopes practican la ablación, sin duda opondría las mismas objeciones que nosotros. Se trata de costumbres que nada tienen que ver ni con el islam que predicó Muhammad ni con el cristianismo de Jesús de Nazaret. Pero semejantes sutilezas no parecen de su agrado.

Una de las misiones de este viaje de Ayaan a Europa es la negación de que exista islamofobia. Con lo dicho hasta ahora, no hace falta ser muy listo para darse cuenta de que Ayaan Hirsi Ali y el AEI tienen buenas razones para negar la existencia de la islamofobia. Para ella, los ataques sufridos por las comunidades musulmanas en la tolerante Holanda no son islamofobia, debe tratarse de actos de auto-defensa de los valores liberales ante una religión esencialmente terrorista. Dado que el pluralismo cultural es un mal, es lógico que los buenos ciudadanos se defiendan ante la amenaza que el islam representa para los valores de occidente. Unos valores que, por cierto, son al mismo tiempo “propios de occidente” y “universales”. ¿En que quedamos?

Ante el hecho evidente de que su discurso constituye una incitación al odio por motivos religiosos, se limita a contestar: “no existe tal cosa”. La quema de la mezquita de Oslo no es islamofobia. El tiroteo contra una mezquita en Córcega no es islamofobia. El incendio de la madrasa en Amsterdam no es islamofobia. Las insistentes incitaciones a la expulsión de los musulmanes europeos no son islamofobia. El brutal ataque con bates de béisbol por un grupo neonazi contra una familia somalí en Dinamarca no es islamofobia, como tampoco deben serlo las tres agresiones consecutivas sufridas por una española conversa al islam en Tenerife, ni el caso del ciudadano que fue obligado a bajarse del avión por lucir una hermosa barba que lo hacía pasar por musulmán. Tampoco las expulsiones de los trabajadores musulmanes del Aeropuerto Charles de Gaule tienen nada que ver con la religión, ni son muestras de islamofobia las manifestaciones contra la apertura de mezquitas en España, ni tienen nada que ver con el odio hacia el islam los incendios de las dos mezquitas de Annency, cuyos autores han sido condenados por un tribunal francés. Ni las profanaciones de las mezquitas de Carcassonna y Quimper, cuyos muros amanecieron con cruces gamadas y graffittis llamando a la “muerte al islam”. En fin, tampoco son muestras de islamofobia las 182 agresiones recogidas por el Observatorio de la Islamofobia en Francia tan solo en el año 2004, y reconocidas como tales por el gobierno francés.

No: para nuestra valerosa defensora de las libertades “la islamofobia es un mito”, una cortina de humo inventada por los islamistas radicales para eludir cualquier crítica del islam. Y si los musulmanes de la Unión Europea son discriminados en todos los ámbitos no es a causa de su religión, sino porque son unos perezosos maleantes merecedores de todas las discriminaciones… y eso es por culpa de su religión, que les impide desenvolverse libremente en los paraísos de occidente. En cuanto a las miles de mujeres musulmanas agredidas o insultadas por cubrir sus cabellos con un velo, supongo que Ayaan Hirsi las considerará como buenas acciones tendentes a liberarlas de su servidumbre.

Pero claro, si a un judío le roban la cartera es un acto inequívoco de antisemitismo. Y si el ladronzuelo es un pobre morito, es un signo inequívoco de que los musulmanes son antisemitas, pues a los musulmanes se nos enseña a odiar a los judíos desde que nacemos, e incluso a desear que se repita el Holocausto. También en lo que concierne a Israel su discurso ha cambiado sensiblemente, pasando de ser una crítica del sionismo cuando era diputada de izquierdas en Holanda a ser una defensora acérrima del Estado de Israel. Así, en los últimos meses no se ha cansado de elogiar las virtudes de la “democracia israelí”, un país liberal y tolerante, donde las mujeres y los hombres son iguales… Aunque unos (los judíos) sean “más iguales que los otros” (los moros). Pero supongo que este cambio sobre el sionismo no tendrá nada que ver con su trabajo en el AEI, sino más bien con la “evolución natural de su pensamiento crítico” desde la izquierda radical hasta su adhesión a la causa neocon.

En España, Ayaan Hirsi Ali y el AEI están estrechamente vinculados al PP. En marzo del 2005, Esperanza Aguirre le hizo entrega del Premio a la Tolerancia de la Comunidad de Madrid. El presidente del AEI Christopher DeMuth ha visitado España dos veces en un año, invitado por la FAES, con la cual tiene previsto celebrar un ‘seminario internacional conjunto’ cada año. DeMuth no es un personaje cualquiera: miembro de las administraciones de Nixon y Reagan en el pasado, fue el encargado por el Secretario de Defensa Paul Wolfowitz de realizar un informe sobre la respuesta usamericana al 11-S. El 19 de mayo de 2006, DeMuth pronunció una conferencia junto a José María Aznar, quien hizo el elogio de Ayaan Hirsi Ali. Su primer libro, ‘Yo acuso’, fue presentado en marzo del 2006 por Esperanza Aguirre. La somalí es ya una habitual de todos los medios de la derecha radical en España, y recibe elogios encendidos en la cadena COPE y Libertad Digital, donde es considerada por Federico Jiménez Losantos como “una de los nuestros”.

Seguro que esta “luchadora incansable por la libertad” encontrará miles de ciudadanos dispuestos a creer en su mensaje, y preferirán pensar que el islam es “una religión destinada a desaparecer” (palabras literales suyas) y que la islamofobia es un mito. Y esto hasta cierto punto es normal, ya que prácticamente ninguno de los actos islamófobos que hemos mencionado han merecido una sola línea en la prensa española. Esta es la cruda realidad a la que nos enfrentamos: el espacio mediático concedido a Ayaan Hirsi Ali en el último año es superior al de todos los actos islamofobos sucedidos en la UE en los últimos cinco años.

Según escribe un reportero de El País, “difundir estas ideas le cuesta caro.” La frase denota un sentido del humor notable. Imagino que a alguien le cuesta caro el que Ayaan Hirsi Ali difunda estas ideas, pero no precisamente a ella. Desde que la revista Time la consideró una de “las 100 mujeres más influyentes del mundo” su caché se habrá puesto por las nubes. Para la prensa occidental su figura de gacela parece muy vistosa. Es el verdadero ejemplo de una africana bien colonizada, que ha aceptado la supremacía de occidente y responde siempre sumisamente a la voz de sus amos blancos. Seguro que en su “duro exilio americano” hará buenas migas con Condolezza Rice.

Para saber más de la misión de esta “abanderada de la libertad”:

http://www.aei.org/scholars/scholarID.117,filter.all/scholar.asp

http://www.aei.org/about/contentID.20031212154735838/default.asp

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7 Responses to Sobre Ayaan Hirsi Ali: ¿la islamofobia es un mito?

  1. Javier salado dice:

    Siempre se produce un supuesto incidente anti-judío cada vez que un presidente francés visita Israel. Es parte del protocolo. Así puede reiterar su compromiso con el antisemitismo, y todos tan contentos.

  2. ferbr1 dice:

    Ah…, parte «del protocolo» ¿cuál? ¿el de los sabios de Sión? Invisibilizar un incidente antisemitita TAMBIÉN es ser antisemita.

  3. Javier dice:

    Hola ferbr1

    Pues invisibilizar la islamofobia también será antisemitismo, ¿no? No veo que la prensa española haya recogido los cientos de incidentes islamofobos sucedidos en Europa… El texto de Abdennur es una denuncia conjunta de la islamofobia y de la judeofobia. Pero a tí solo te preocupa la judeofobia.

    La versión actual de los Protocolos de los sabios de Sión es el mito de Eurabia. Ese es el verdadero antisemitismo del siglo XXI, la amenaza que pende sobre millones de musulmanes en la Europa de los campos de concentración. ¿No te preocupa eso?

  4. ferbr1 dice:

    Ah…, pero bueno, ¿es que hay censura en este blog? ¿Cuál fue mi pecado? ¿Denunciar que el autor minimizaba las acciones antisemitas? ¿Denunciar que el autor afirmaba, utilizando «perversiones del lenguaje», no que esas acciones antisemitas no existieran, sino algo tan parecido que no había como diferenciarlo? (esos eufemismos…). ¿Denunciar que eso mismo hacen los neonazis, dando enlaces en los que se podía comprobarlo fehacientemente? ¿Qué pecado cometí, si se puede saber?

  5. Asalamo aleikum, con respecto al homosexualismo, les comparto un artículo (y mi respuesta) que salió publicado en:

    http://www.tribunademocratica.com/cgi-bin/mt/mt-comments.cgi

    La teología del odio
    Luis Paulino Vargas Solís | 26 de Julio 2008
    El cristianismo -en sus distintas denominaciones- es una religión a la que se adscribe aproximadamente un tercio de la población mundial. El resto de la gente -cerca de un 70%- sustenta una fe distinta -islámica, budista, hinduista, judaica u otra- o no profesa creencia alguna ¿Qué significa esto? Que si miramos a la humanidad en su conjunto, no existe ninguna religión que sea mayoritaria. Ni siquiera el cristianismo. Sabemos que el respeto por la fe de cada quien -o por la ausencia de tal fe- es un principio indispensable para el sostenimiento de la paz y el entendimiento civilizado entre las distintas comunidades de seres humanos alrededor del mundo. Este principio adquiere mayor validez a la luz del hecho contundente de que no existe ninguna religión mayoritaria.

    Lo anterior llama, a su vez, a otra conclusión necesaria: la persona que profesa una fe cristina y ve en la Biblia un libro sagrado, debe comprender que alrededor del mundo muchísima otra gente considera que éste es un libro como cualquier otro. Con seguridad, un cristiano bien educado mira el Corán con los mismos ojos con que lo haría un musulmán con parecido nivel educativo respecto de la Biblia. Probablemente será una mirada respetuosa pero carente de todo sentimiento reverencial.

    Emerge, entonces, otra conclusión que, creo, podemos expresarla en dos partes. Primero, cada quien tiene derecho a profesar libremente su religión y venerar con devoción el libro o escritos que considera la base sagrada de su fe. Segundo, nadie debería pretender imponer esa fe a otras personas que poseen una fe y unos textos sagrados distintos, ya que estas son opciones que merecen igual respeto. Y, sin duda, el mismo principio vale en caso de que sea alguien que decidió no tener fe alguna y para quien ningún texto es sagrado. Esto simplemente nos lleva de vuelta sobre lo que dije más arriba: la convivencia respetuosa de las distintas religiones o concepciones sobre la fe es requisito indispensable para la paz y el entendimiento.

    Formuladas estas prevenciones tan elementales, otra muy básica advertencia debería ser tenida en cuenta por cualquier persona cristiana responsable y respetuosa. La de que, independientemente del estatuto divino que se le atribuye a la Biblia, esta tiene contenidos e ideas que necesariamente deben ser interpretadas en su contexto. De otra manera, se corre un riesgo gravísimo: el de causar daño y sufrimiento a personas inocentes, cosa que violaría directamente el principio ético fundamental estatuido por Jesús (amar al prójimo como a uno mismo).

    La interpretación literal y descontextualizada de la Biblia llevaría a cosas tan aberrantes como las siguientes: se restituiría la esclavitud (Levítico 25, 44); podría un hombre vender a su hija y ser polígamo (Éxodo 21, 7-10); se restablecería pena de muerte contra quien viole el descanso sabático (Éxodo 35, 2); ninguna persona con algún problema físico podría acercarse al altar (Levítico 19, 17-21). Incluso la relación sexual con una mujer que está menstruando se castigaría con la muerte (Levítico, 20, 18). Ninguna persona razonable y justa querría devolverle vigencia a tales normas. Y ello seguramente vale también para quienes profesan una fe cristiana sincera. Incluso muchas de las cosas que Pablo planteó, exigen ser reinterpretadas a la luz de las condiciones contemporáneas, como parte del proceso del reconocimiento de los derechos de las mujeres. Siendo esto tan básico y evidente, ¿por qué en cambio se insiste en una interpretación literal y descontextualizada de la Biblia cuando de la homosexualidad se trata?

    En apoyo de sus tesis homofóbicas, el fundamentalismo cristiano -católico, evangélico o de otras denominaciones- cita literalmente partes de la Biblia y las interpreta de forma retorcida. Un popular ejemplo de ello es el del pasaje de Sodoma y Gomorra (Génesis 19, 1-11). El pecado que ahí se describe se origina en la violación del deber de hospitalidad. Ello se reafirma en Mateo 10, 12-15. Nada tiene que ver con la homosexualidad.

    En todo caso, esta homofobia galopante que domina por igual a obispos y pastores evangélicos, se vuelve imposible de justificar de cara a las enseñanzas y la práctica vital del Jesús evangélico. El Jesús que acoge en su regazo y abraza y protege al pobre, al desvalido, al leproso, al rechazado. A la mujer adúltera y a la prostituta igual que al tenido por pecador. El Jesús que expulsa del templo a los mercaderes y enfrenta a los poderosos y denuncia la hipocresía de quienes se decían dueños de la palabra de Dios. De estos dijo que eran sepulcros blanqueados. Y a los llamados pecadores los amaba como hermanos.

    Obispos y pastores evangélicos. Cómplices del poder, de los privilegios, de la explotación, del dinero. El Jesús de la gente pobre, desvalida, marginada, discriminada, despreciada. ¿Qué diría ese Jesús de estos señores?

    Ellos señalan, enjuician y condenan. Y las personas homosexuales han devenido ahora blanco favorito de su odio y de su temor morboso. Aseguran que es antinatural algo que la naturaleza misma creó porque le dio la gana. Y si así lo hizo ha de haber sido porque Dios mismo le dio permiso de hacerlo. Y lo hizo entonces muy a su manera: diverso, multicolor y complejo. Un tigre jamás es igual a otro; ni las nubes en el firmamento son esta mañana iguales a las de la tarde de ayer. Y hasta los ríos optan por lo diverso cada vez que deciden abrir caminos nuevos por donde discurrir. El mundo y la naturaleza son multiformes. También los seres humanos. También la sexualidad humana ¿Natural o antinatural? Es obviamente natural. En cambio, nada es tan antinatural y aberrado y corrompido y perverso como la homogeneidad, la uniformidad, el gris invariable y monótono. ¿Eso quieren ustedes, obispos y pastores? Perdón, señores, pero entonces los antinaturales son ustedes.

    Además hacen escandalosa exhibición de ignorancia. Hablan de las personas homosexuales -hombres y mujeres- como si de seres venidos de Kriptón se tratara. Engendros y fenómenos, con todo el poder de Superman, pero invertido: para destruir la sociedad y la familia, corromper a los niños, romper la paz social, establecer el reino del terror. Obispos y pastores, ¿es tan grande la ignorancia que ni siquiera se han detenido a pensar que muchas, pero muchas veces habrán conversado con un hombre homosexual o una mujer lesbiana? Y, cosa curiosa, al cabo el asunto habrá concluido de la forma como usualmente lo hacen todas las cosas donde dos seres humanos entran en comunicación. Nadie salió lesionado ni herido. Simplemente cada quien siguió su camino.

    En fin, decía al principio de este artículo, la religión debería ser cosa que se maneje con mucho respeto. Respeto, también, hacia las minorías. Si usted tiene su fe religiosa y una moral asentada en esa fe, por favor no pretenda imponérsela a nadie más. Usted tiene todo el derecho a vivir esa fe y esa moral, pero exactamente el mismo derecho asiste a cada una de las demás personas. Y si usted es heterosexual y prefiere amar a alguien del otro sexo, entienda que esa no es, necesariamente, la mejor solución para algunas otras personas. Haga usted en su intimidad lo que quiera y con la persona que prefiera, pero no niegue ese mismo derecho a los demás.

    Y construya usted su familia de la forma que mejor se le acomode, y ojalá sea una familia basada en el respeto, el amor y la solidaridad, pero entienda que otros también tienen el derecho de construir su propia familia y hacerla de la forma que mejor les resulte y alimentarla también de amor y respeto y solidaridad. Y que las diversas formas de familia pueden convivir, respetándose y en armonía. Y que todas esas familias deberían ser merecedoras, por igual, de la tutela y la protección del Estado y las leyes. Y que este Estado y estas leyes deberían cobijar sin distingo a todos y todas, independientemente de la fe religiosa o la orientación sexual de cada quien.

    Luis Paulino Vargas Solís | 26 de Julio 2008

    *************************************************************

    Asalamo aleikum hermanos y amigos, mi respuesta al estimado señor Luis Paulino Vargas Solís:

    Cordial saludo, como musulmana costarricense quiero anotar algunos puntos desde nuestra perspectiva islámica, con respecto a su interesante postura acerca del homosexualismo y lesbianismo (la que si bien no comparto se la respeto).

    Cuando usted dice:

    «Con seguridad, un cristiano bien educado mira el Corán con los mismos ojos con que lo haría un musulmán con parecido nivel educativo respecto de la Biblia. Probablemente será una mirada respetuosa pero carente de todo sentimiento reverencial».

    Quiero aclararle que tanto el antiguo testamento de la Sagrada Biblia, como la Torá tienen igual valor ante los musulmanes que el mismo Corán, porque es la palabra de Dios enviada al ser humano por medio de todos los profetas (paz y bendiciones sea sobre ellos)antes que al último profeta Muhammad (paz y bendiciones sean con él); por lo que nuestra mirada hacia éstas sagradas escrituras van más allá de un simple «sentido reverencial y respetuoso».

    El hecho de que los diferentes credos religiosos repudien el homosexualismo y lesbianismo, no se debe a querer prejuzgar los pecados de otros, olvidando los propios, porque, todos somos pecadores, se debe más que todo, a una cuestión obvia de rechazo a actos «anti-natura», entre los cuales podríamos sumar el canibalismo, pederastia, sado-masoquismo; necrofilia, etc., para nombrar solo algunos.

    Cuando usted enfatiza:

    «¿por qué en cambio se insiste en una interpretación literal y descontextualizada de la Biblia cuando de la homosexualidad se trata?»

    A esto es lo que llamamos simple y llanamente tergiversar los hechos (en este caso la palabra de Dios) para «acomodarla» según sus propósitos. Veamos, usted, toma como ejemplo el caso de Sodoma y Gomorra en el que según su versión e interpretación (que no deja de sorprenderme)el verdadero pecado de este pasaje, fue no el que los pobladores de las ciudades citadas quisieran «dormir» con los ángeles que advertían a Lot y a su familia, sino simplemente el que no fueran buenos huéspedes!!!

    Si bien es cierto Jesús (pbsce) condenó la hipocrecía de los que actúan como «sepulcros blanqueados»; cuando perdonó a la mujer adúltera le dijo: «Vete y no peques más»…

    Creemos firmemente que no si bien el sentir atracción hacia el mismo sexo per se, no es lo delicado de la desviación en sí, es ponerlo en práctica y fomentarlo el que culmina por «señalarlo como pecado grave».

    Porqué el que practica el homosexualismo o lesbianismo de acuerdo al tema que estamos tocando es un «perverso»?

    Vámonos primero a la definición de lo que resulta «perverso»: «Que corrompe las costumbres o el orden y estado»

    Perversidad:

    Anomalía del carácter que induce al sujeto, generalmente enfermo, a perjudicar voluntariamente a los demás por impulsos antisociales. El niño pequeño perverso es cruel, mentiroso, indisciplinado, etc… El joven perverso es antisocial, procura satisfacer sus deseos sin el menor respeto a los demás. El perverso no tiene freno moral. (Perversidad)

    Inclusive, la Sagrada Biblia tiene estas definiciones para la palabra perverso:

    «Dos de ellas, el heb. hafakpak (del
    verbo hâfak, «volverse», «girar»; Pr. 21:8) y tahpûkâh (Dt. 32:20; Pr. 2:12;
    8:13; 10:31; etc.; «perversidad», «Perverso»), enfatizan una conducta que se
    aparta de lo bueno y lo correcto. El heb. {iqqêsh (2 S. 22:27; Sal. 101:4; Pr.
    11:20; etc.) y su derivado {iqqeshûth (Pr. 4:24; 6:12; «perversidad») describen
    la acción de una persona mala o un acto malo como algo «torcido» y «deformado»,
    no en armonía con la norma de Dios. Otros términos traducidos como «Perverso»
    enfatizan aspectos similares de la maldad obstinada de un corazón no
    regenerado. En el NT se usan el gr. ponrós, «malo», «Perverso»; ponría,
    «malicia», «perversidad»; átopos, diatréfÇ, skoliós y fáulos. 927″

    Si para ustedes, estimados señores el homosexualismo no les resulta contra-natura, para nosotros, es una forma de relacionar la sexualidad con los excrementos por sobre todo en el varón…

    Qué fuerte y «asqueroso» suena verdad? Yo, no le puedo encontrar palabras bonitas, podría usted buscarme una definición más poética???

    El repudio hacia la homosexualidad o cualquier acto anti-natura no es exclusivo de la gente religiosa, o crees que todos los «ateos» apoyan estas desviaciones?

    Es obvio que tanto hombres como mujeres atraídos hacia su mismo sexo tienen deberes y derechos como cualquier ser humano, eso, nadie lo puede negar; por lo que si «optan» o sienten inclinación por este tipo de conducta, es obvio que nadarán contra-corriente por lo antinatural de su elección, por lo que no pueden pretender exigirnos y «resentirse» el que no se les reconozca su derecho a casarse legalmente.

    En ese caso, los pederastas podrían alegar exactamente lo mismo al querer casarse con sus «amados niños», los caníbales, querrán poner carnicerías «exclusivas», y así con todos los ejemplos que expuse arriba.

    Es precisamente el Estado el que debe ser garante de que lo anti-natura no se vuelva «natural», pertenezcamos o no a un credo religioso.

    Bendiciones para todos.

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