Manchas en el Silencio. Homenaje a Samuel Beckett

“Existen las condiciones eternas de la vida. Y existe su coste.
Maldición a quienes los distingan.”

Samuel Beckett, El mundo y el pantalón.

 
Ni esto ni lo otro.
Solo una voz, murmullo indescifrado
que no se sabe y dígase el silencio.
Caricatura de si mismo el hombre
imagina su ser, a modo de esperanza.
Solo una voz se configura,
tiende al discurso y sálvese el que pueda.
Traición del humanismo,
discurso que se impone al trueno,
que quiere dar sentido donde el trueno
tan solo da un sonido de luz acompasada.
Pero el trueno se vuelve murmullo indescifrable
en la profunda ciénaga viscosa.
Sin rostro sin camisa sin perfume
Sin sin sin sin sin sin sin sin.
Viscosidad latente en todos los discursos,
amorfa sinrazón del agua de la vida.

¿Qué hacer con este tiempo
de adoración y manos sucias?
¿La santidad? Sufíes y charlatanes
han agotado el molde y la hojarasca
de la bondad se vuele jerarquía
de santos,
pirámide de momias sin bóveda estrellada.

Oh desamparo, perfección de nada,
completa unión sin otro,
sin éxtasis ni nada,
sin ambiciones espirituales…
¿Cómo se pueden tener ambiciones espirituales?
¿Cómo podrías tú medirte si en la nada
no hay pecador ni santo ni estructura?
La jerarquía es signo de un trasiego
de hormonas. Caricaturas de la nada.
Aspiración siempre frustrada
que finge ser eterna
frente a las condiciones eternas de la vida.
Traedme carne fresca.

El coste es la renuncia,
la nuda vida, sin ser ni identidad,
sin nombre ni camino ni bandera,
sin sueños de barba ni túnica y tabaco,
sin las ficciones de la diferencia,
sin escuelas ni velos dando por el culo.
¡Que los santos se queden en su nube!
¡Que los jueces sometan sus juicios al silencio
y dejen de ser infalibles los sabios del pasado!

No hay tiempo para eso.
Lo cotidiano a tientas de más vida
reclama la atención del niño que gatea.
La nada cotidiana donde el trueno
explota sin quererlo ni saberlo
y busca el pecho de la madre.
A ras de suelo donde el viento sopla.

Bailar bailar bailar
Cegados y cegados y cegados.
Mecerse en el vacío, rendirse ante el sonido
del viento traspasándote de arena.

Oh palpitar de imágenes, caída
desde lo humano al ritmo acompasado,
la superficie brilla
en la profunda oscuridad marina.
Oh adoración, te abres a la entraña,
respondes con pulsiones y latidos,
con números que el hombre no sabría
decir y que ya estaban junto a él
cuando rasgo la tela inexplicada.
Antes que él encima está debajo.
Oh espasmo y danza de la jerigonza,
puertas al campo,
rumbo más allá del rumbo,
provisión anterior y posterior y alada
imantación del pecho de la madre.

¿Condiciones eternas de la vida?
Lo dicho y lo no dicho
Lo visto y lo no visto
Ni tu ni yo ni nadie
Ni musulmán ni ateo ni poeta
Ni nada ni nada ni nada ni nada
Los hombres no son seres humanos,
por mucho que lo diga el diccionario.
También son otra cosa:
manchas en el silencio.

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